Cuentos espantosos para adultos caprichosos

Ataque

Otra vez lo sentí doctor- él joven apenas adulto se encontraba en esa habitación vieja llena de humedad.

¿Qué sentiste? - la voz del doctor era ronca y gutural, su bata blanca manchada con amarillo como si no hubiera visto el agua en mucho tiempo.

Sentí el miedo inundandome, una sensación indescriptible en mi estómago que se propagaba por todo mi cuerpo, el hormigueo en mis manos y pies se volvía dolor, un dolor que se fue a todo mi cuerpo. No sentía el aire en mis pulmones y mi corazón parecía que se saldría de mi pecho, el frío sudor en mi espalda y las lágrimas en mi cara es lo que más recuerdo, no pude hablar sólo hacer ruidos pues mi lengua pesaba toneladas. No podía moverme, no sentía mis piernas, sólo podía sentir el miedo y el dolor inundandome, pensé que estaba muriendo y era lo único que repetía en mi mente.

Él doctor miró al chico, ojos café, cabello desordenado y con granos en su pálida cara.

¿Sabes que hace que entres en ese estado? - siempre volvían a la misma pregunta, y siempre obtenían las mismas respuestas.

No lo sé, sólo aparecen - él chico observó al doctor, por un instante tal vez vio un espiral en los ojos del doctor pero sólo fue su imaginación.

No olvides tus medicamentos, te ayudan - el chico sólo se fue del consultorio.

En su soledad el doctor se sentó en el sofá donde el chico había estado - Desesperación, miedo y dolor, que deliciosa combinación.

Fue lo que las paredes escucharon del doctor mientras sus garras jugaban con el cuero suave del sofá y sus cuernos brillaban en rojo por la luz que entraba por el mosaico de vidrios de la ventana.