9: Reconciliación

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La aldea de Konoha se veía totalmente adornada, por las flores que crecían, la primavera era una de las estaciones más hermosas, todo era alegría en la aldea a excepción para un niño, quien siempre que caminaba por las calles era mal visto por todos los aldeanos, sólo escuchaba los rumores. El pequeño trataba de ignorarlo pero a veces era muy difícil.

— Miralo, ¡Ahí va el mocoso ese, no devería andar libremente! —le mencionó una señora a otra.

— ¡Si, a mí me da miedo sólo verlo!

Al escuchar aquellas palabras, el pequeño Naruto se fue corriendo, huyendo lo más pronto posible, hasta que llegó al bosque. Con su pequeño puño empezó a golpear a un árbol, hasta que sus manos le empezaron a sangrar, limpió algunas lágrimas que amenazaban por salir, pero luego entre los arbustos escuchó un leve llanto, se acercó lentamente.

— ¡Hinata! —vió a la pequeña niña acurrucada, escondiendo su cabeza entre sus piernas.

— Na... Na... Naruto —ella se limpió las lágrimas.

— ¿Por qué lloras? —El pequeño Naruto se acurrucó enfrente de ella.

— Mi mamá... extraño a mi mamá... —mencionó la niña entre llanto.

— ¿Y dónde está tu mamá? —preguntó el inocentemente.

— Murió hace unos meses... después de que nació mi hermanita, ella se enfermó.

— Lo siento mucho, Hinata. —Naruto se acercó y la abrazó— yo nunca conocí a mi mamá, pero aun así me imagino cómo te sientes, pero no tienes por qué llorar, tú tienes a tu papá y dices que también una hermanita.

— Lo sé, pero desde que mi mamá murió... papá ha cambiado mucho, Ahora sólo le interesa que entrene, y yo no quiero entrenar... —dijo la pequeña mientras las lágrimas salían.

— ¿Y por qué no le dices, que no quieres entrenar?

— Ya le dije, pero me castigó... dice que soy la heredera del clan... y tengo que volverme fuerte, debo dedicarme sólo a mis entrenamientos.

— Lo siento mucho... —El pequeño abrazaba a la niña, que seguía llorando— ¡tengo una idea! ¡vamos! —Naruto se levantó y llevo de la mano a Hinata.

— ¿A dónde vamos? —preguntó ella limpiándose la cara con su otra mano.

— ¡Vamos a hacer una obra de arte! —dijo él sonriendo— ¡así te animaras un poco! Es lo que yo hago cuando me siento triste.

A los minutos, Naruto junto a Hinata llegaron a la casa de Kakashi. Naruto empezó a buscar entre unos arbustos.

— ¡Todavía están aquí! seguramente, él no ha regresado en algún tiempo... —dijo el pequeño, sacando unas latas de pintura que había dejado escondidas— Bueno, vamos a decorar la casa de Kakashi. —mencionó sonriendo maliciosamente.

— ¿Estás seguro que hagamos esto? ¿no se molestará? —la pequeña volteó a ver hacia todos lados.

— No... Bueno, sí se molesta, no va a hacer nada. Además hace mucho que no lo veo... —Naruto sólo agachó la cabeza— La última vez le dije que lo odiaba... —se acercó a las paredes y empezó a pintar— ¡vamos Hinata! ¡hay mucha pintura, toma una brocha y pinta lo que quieras!

— Está bien. —Hinata tomó una pequeña brocha, la unto de pintura Blanca, empezando a formar unas flores en la pared.

Los pequeños reían, mientras seguían pintando toda aquella pared, de pronto Naruto tropezó y se cayó derramando una lata de pintura blanca.

Yo seré tu guardián.  (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora