Mi Amor y Dolor

12. De regreso a Wildeing

Capítulo 12.

Ya es domingo, voy en el auto camino a mi antigua cuidad: Wildeing.

No sé cómo debería sentirme. En Wildeing viví los mejores meses de mi vida, pero también los peores. Creo que hoy prefiero recordar los buenos momentos, para no entristecerme.

Jonh va manejando con sus lentes de sol puestos, Chloe va en el asiento del copiloto y Gemma y yo atrás.

—Hazel, si te sientes mal o algo, solo dilo y nos regresamos a Sindwill— pronuncia Chloe volteando hacia atrás para verme.

—Solo les pido que por favor me dejen ir al río donde están las cenizas de...

Simplemente no puedo mencionarlo, las palabras no me salen. Han pasado diez meses desde el accidente y aún me duele con mi vida mencionarlo.

—Okey, irás conmigo— anuncia Gemma.

No sé si ella sea la mejor compañía, pero no tengo opción.

Vemos el gran letrero que dice "bienvenidos a Wildeing" y me quedo viendo todo por la ventana, Wildeing es una ciudad muy hermosa, con muchos edificios, fraternidades y casas muy modernas.

****

Llegamos a mi antigua casa y saludamos a mi tía Johana—la madre de Jonh—. Nunca me cansaré de decir lo bonita que es ella, aunque su carácter es igual al de Gemma.

Mi tía Johana es de piel blanca—a diferencia de Jonh—. Sus ojos son oscuros, su cabello es castaño claro y su sonrisa es muy linda. Siempre anda vestida muy elegante, es de esas mujeres que cualquier ropa les queda bien.

Tiene un cuerpo envidiable, seguramente porque vive haciendo ejercicio. Casi ni parece que tiene 41 años.

Finalmente recorro la sala con mi mirada, todo parece estar igual. Mamá y papá bajan las escaleras juntos y se acercan a nosotros, ellos nos abrazan y nos saludan a cada uno y luego nos sentamos en la mesa de la enorme cocina a platicar.

—Hazy ¿Cómo has estado últimamente?— me pregunta mi tía.

Tía Johana y Jonh son los únicos en la familia que me dices Hazy, es tierno.

—Un poco mejor cada día— le digo con honestidad.

—Tu fortaleza me sorprende.

—¿Tú cómo has estado, mami?— le cuestiona Jonh.

—Bastante bien, aunque admito que ustedes me hacen falta.

—Johana, sabes que puedes ir y pasar unos días con nosotros en Sindwill— le dice mi madre.

—Lo sé Trina, es solo que me da algo de tristeza volver a la casa que era de mis papás.

—Johana, ellos murieron hace años y desde entonces tú no has ido a esa casa.

—Algún día iré. Cuéntenme ¿Quién duerme en la que era mi habitación?

—Yo.

—Lo supuse.

—¿Qué has hecho últimamente tía?

—Lo mismo de siempre.

—¿Nada?

—Por suerte no tengo necesidad de trabajar, así que paso todos mis días aquí.

Cuando mis abuelos murieron, le dejaron mucho dinero a mi tía Johana y a mi madre, así que en pocas palabras ellas son ¿Millonarias?

Claro, a mi madre siempre le ha gustado trabajar para conseguir su propio dinero, pero mi tía Johana odia el trabajo.

—¿No hay ningún novio o novia?— le pregunta mi padre.