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Manuel

Respiraba pesado y me sentía cerca del orgasmo mientras ¿Lucía? ¿Lorena? ¿Luz? saltaba encima mío, sabía que no era la primera vez que cogía con ella pero aún así nunca me acuerdo cómo se llama, el inodoro en el que estábamos sentados rechinaba mientras ella se movía encima mío buscando su liberación, la cual fue encontrada unos minutos después al mismo tiempo que la mía, ella dejó un último beso en mi boca antes de acomodarse la pollera y salir del baño abandonado sin decir una palabra, yo arreglé mi ropa y controlé mi respiración antes de salir del cubículo y lavarme las manos para irme de ahí antes de que el timbre que anunciaba el inicio de las clases suene.

Me encaminé hacía el aula, cruzándome con varias personas que me saludaban, algunos me guiñaban el ojo, los reconocía de haber estado en sus camas en algún momento, espero que la piba de recién no ande contando por ahí lo que pasó porque si Mateo se enteraba no sabía que excusa iba a poner.

Apenas entré al salón estuve un rato con Valen y Daniel, los cuales ya estaban oficialmente de novios, me gustaba ver a Valentín así de feliz.

—¿Y Teo? —Le pregunté a Daniel ya que casi siempre si Palacios no estaba conmigo, estaba con Ribba.

—Ni idea, creo que se fue a comprar un café al kiosco. —Yo asentí y seguí hablando un rato más con ellos hasta que vi a Mateo pasar por el lado nuestro sin levantar la mirada, con la capucha y los auriculares puestos, el café negro en la mano.

Se sentó en el lugar de siempre con la cabeza gacha sin inmutarse por la gente a su alrededor, miré a los chicos e hicieron un gesto de no saber nada, así que me acerqué.

—Buen día. —Dije después de dejar mi mochila en el respaldo de la silla a su lado, y acercarme a darle un beso en la mejilla.

Él se sacó los auriculares y me regaló una media sonrisa seguida de un bostezo. —Buenos días.

—¿Estás bien? —Pregunté después de ver sus ojeras violáceas adornando la base de sus ojos.

—Sí, tengo sueño nomás.

—¿No dormiste? —Él negó con la cabeza dando un sorbo a su café. —¿Por qué? —Mateo se encogió de hombros justo cuando el timbre sonó y el profesor entró al aula, durante toda la clase Mateo estuvo cabeceando sobre la mesa, sostenía su cabeza con su brazo izquierdo pero aún así sus ojos se cerraban unos segundos y se abrían rápidamente cuando se percataba de esto, no sabía que era lo que lo había mantenido despierto y me intrigaba.

El recreo sonó y Mateo metió la cabeza entre sus brazos apoyados en la mesa, intentando dormir al menos unos minutos hasta que la próxima clase comenzara, yo le acariciaba el pelo y él se inclinaba hacía mi toque.

—Eu, no vino el profe, hora libre. —Gritó Daniel y toda el aula festejó, me alegré de la noticia porque así Mateo iba a poder dormir un poco, no era que me interesara pero sin dormir no me servía de mucho para chamuyarmelo.

—Bombón, ¿querés que te compre otro café? —Susurré en el oído del morocho, él negó con la cabeza y volvió a acomodarse en la posición de antes.

Me acerqué a Mauro y Alejo cuando me di cuenta de que Teo estaba profundamente dormido en la mesa.

—¿Qué onda el princeso? ¿Ya lo tenés sin sueño? —Dijo Mauro haciéndome reír.

—Viste, ya lo tengo cansado de tanto amor.

—¿Cómo va? Estamos ansiosos ya.

—Bien, un toque lento pero ya anda atrás mío. —Susurré solo para ellos dos.

—Cheto hermano, al fin ese gato va a tener lo que se merece por tratarnos como el orto. —Alejo se río contagiando a Mauro.

¿Qué nos hizo? Pensé yo, claramente no lo dije y no lo iba a decir, me quede otro rato con ellos mientras contaban alguna anécdota estúpida del fin de semana. 

—Se despertó la bella durmiente. —Me dijo Mauro haciéndome voltear y ver a Mateo buscándome con la mirada, me acerqué hasta él y volví a sentarme a su lado.

—Tenemos hora libre Matu.

Él se frotaba los ojos con los puños sacándose la modorra.

—No puedo ir hoy a tu casa a hacer el trabajo, mañana voy.

—Vamos a tener que apurar porque estamos flojos.

—Mañana voy sin falta. —Yo asentí dejando un beso en su frente haciéndolo sonreír solo para mí.

—Dormí un ratito más.

—Bueno, pero no te vayas. —Dijo acomodándose.

—No me voy.

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