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—¿Van a ir hoy a lo de Mauro?

Daniel preguntó acariciando el pelo de su novio, los cuatro chicos estaban sentados en el pasto, el último recreo del día había empezado hace cinco minutos y las dos parejas se habían juntado a charlar.

—¿Hay joda? —Preguntó Manuel tirándole pasto en la ropa a Mateo, ganándose un cachetazo en la nuca.

—Sí, ¿no te avisaron?

—Hace rato no hablamos. —Dijo Manuel encogiéndose de hombros, Ribba asintió sin tocar más el tema.

—Compa, ¿Me acompañas al kiosco? —Daniel se levantó sacudiendo los restos de pasto de su jean negro, Mateo asintió imitando la acción de su amigo y caminando lejos de los mejores amigos.

—Amigo, ¿estás seguro de llevar a Teo hoy? —Valentín volvió al tema una vez que Mateo y Daniel ya no podían escucharlos.

—¿Por qué?

—No se llevan bien, ya lo sabés.

Manuel se encogió de hombros restándole importancia. —Yo quiero ir y si voy es con Teo.

—Yo te aviso nomás, porque ya sabés como son Mauro y Alejo.

—Más tarde veo entonces, qué se yo. —Manuel cortó el asunto cuando vió a los dos menores volviendo.

—¿De qué hablan? ¿Nos estaban sacando mano? —Daniel volvió a sentarse sobre su novio, mientras Teo se acurrucaba con Manuel de nuevo.

—Sí, Valen dice que no te banca más.

—Ay, que chistoso que sos. —Daniel y Manuel se sacaron la lengua mutuamente cuando el timbre anunciando el final del recreo sonó en todo el establecimiento.

Se sacudieron sus respectivos pantalones, aunque Manuel aprovechó a sacudir los bolsillos de atrás del jean de Mateo.

El resto del día escolar transcurrió con normalidad, Manuel y Mateo caminaban de regreso a sus casas cuando el mayor se animó a sacar el tema.

—¿A qué hora te paso a buscar hoy? —Manuel entrelazó su mano con la de su compañero, tocando el tema justo una cuadra antes de llegar al frente de su casa.

—No me llevo bien, ya lo sabés, menos voy a ir a su casa.

—Pero si ya fuiste una vez.

—Sí, porque me ibas a romper las pelotas sino.

—Dale chiqui, vamos un ratito nomás. —Manuel ya estaba usando su voz de caprichoso y Mateo bufó cansado, la mayoría de las veces Manuel le gana por cansancio y esta vez probablemente iba a ser igual.

—¿Vamos a ir un rato solamente? —Preguntó esperando una afirmación.

—Sí amor, te juro, escabiamos algo y volvemos a dormir juntitos. —Teo entrecerró los ojos sabiendo que ser tierno era una de las formas que Manuel usaba para conseguir lo que quería.

—Tengo que hablar con Norma a ver si puede venir a cuidar a mamá.

—Yo hablo si querés. —Mateo negó con la cabeza sacando las llaves de su casa del bolsillo.

—Te aviso que onda después, ¿sí? —Los brazos cortos de Mateo fueron a parar al contorno del cuello de Manuel.

—Si querés avísame temprano, merendamos juntos y después vamos, o sino nos quedamos acá. —Teo asintió antes de inclinarse buscando la boca de Manuel, la cual lo recibió gustoso, se despidieron con besos lentos y húmedos, hasta que Mateo entró.

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