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ะ leve +18 ᵎᵎ
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Manuel
Las gotas chocando en mi ventana habían sorprendido a los meteorólogos, que pronosticaban lluvia sólo para la semana que viene.
Me desperté con la respiración calmada de Mateo en mi pecho y sus brazos rodeando mi cuerpo, su pelito chocaba contra mi cara haciendo que me remueva incómodo.
Teo se acomodó mejor, despertándose de a poco, apretando más su agarre en mi cintura y frotando su cara contra mi pecho como un gatito.
—Buen día, mi amor. —Susurré acariciando su pelo suave, el rubio se estaba destiñendo de a poco dejando ver sus raíces negras.
—Buen día, feo. —Somnoliento dejó un besito suave contra mi piel, casi pude sentir como se me encogía el corazón ante su tacto.
Me estiré como pude agarrando mi celular, todavía era temprano pero no lo suficiente como para seguir durmiendo, me froté los ojos con pesadez, las uñitas de Teo arrastrándose despacio por mi costado me relajaban al punto de cerrarlos de nuevo, pero juntando toda mi fuerza de voluntad y dejando un beso en su pelo, me levanté a hacer el desayuno.
—¿Qué querés tomar?
—Té con galletitas. —Asentí dejando un beso ruidoso en su cachete.
Bajé las escaleras con cansancio, a pesar de habernos bañado a la madrugada después de algunas rondas más, sentía las extremidades entumecidas.
Después de esperar un rato a que el agua hierva y acomodar las tazas en una bandeja, subí las escaleras llevando el desayuno a la cama.
Mateo me esperaba sentado con las piernas cruzadas debajo suyo, el pelo desarreglado y su sonrisa de siempre.
—Besame. —Me dijo estirándose hacia mí.
—¿Te lavaste los dientes?
—Sí gato, besame, dale. —Me reí complaciendolo y dejando un beso largo y suave en su boca hinchada.
