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Manuel estaba boca abajo en la cama mientras Valentín a su lado le hablaba de las materias que iba a tener en la facultad en la que se anotó, de lo emocionado que estaba y de la cantidad de currículums que había tirado por todo el centro.

Manuel estaba feliz por su amigo, no así por sí mismo quien también había recibido un mail de aceptación de parte de la universidad hace dos días. Hace un mes que no podía estar genuinamente feliz por nada, por más que lo intentara con todas sus fuerzas, siempre que había una sonrisa en su cara recordaba cosas que le impedían mantenerla.

La peor parte, supuso, ya había pasado. Al menos ahora no lloraba todo el tiempo, ahora solo se imaginaba lo bien que Teo la estaría pasando con Agustín.

Enterarse gracias a un estado de WhatsApp que al parecer ellos pasaban tiempo juntos lo impactó, pero no estaba celoso y tampoco enojado, si pasara algo entre ellos ya se hubiese enterado, las malas noticias siempre son las primeras en saberse.

—Volvieron a abrir la confitería esa que íbamos siempre, la vi ayer cuando fui a buscar mis cosas a lo de Dani, igual creo que cambiaron los dueños.

—¿Lo viste? A Dani digo.

—No, me dió las cosas su mamá, él supuestamente no estaba.

—¿No lo extrañas?

—No amigo, la verdad que no.

Manuel lo admiraba, no había nada que desee en este momento más que dejar de extrañar, Valentín había estado con Daniel casi el mismo tiempo que él con Mateo, e incluso ellos tenían un título oficial de novios, entonces ¿Por qué Valentín estaba tan tranquilo a una semana de haber cortado con su novio y él, que llevaba un mes sin hablarle a su amor, seguía sintiendo que le faltaba el aire?

—¿Vos qué onda? ¿Cómo vas con eso? —Valentín intentaba tocar el tema lo menos posible, Manuel tenía sus días en los que estaba bien y otros, como este, en los que quería quedarse en su cama y hacer pucheros escuchando música triste.

—Igual que siempre.

—¿Intentaste acercarte?

—No, él me dijo que no quería verme.

—Y a vos que sos un cagón te vino perfecta la excusa.

—No soy un cagón, no quiero ir a ponerlo mal ni a que me rechace de nuevo.

—Entonces no lo estés llorando, lloralo si el chabón te hubiese rechazado, vos sabés que estoy de tu lado pero si yo fuese él obviamente sentiría que te chupa un huevo arreglarse, si a la primera que te rechazó te diste media vuelta y no le volviste a hablar.

—Pero si yo...

—Manu, no tenés excusa, te ganó la cobardía y estás acá esperando que del cielo caiga Mateo diciendo que te perdona.

—Vos no viste cómo me miró, no quiero que me mire así de nuevo.

—Eso fue hace más de un mes, el tiempo cura y no creo que Mateo tenga un muñeco vudú tuyo y lo pinche cuando se enoja, andá a saber, a estas alturas capaz él también está esperando que te la juegues. Dejá de castigarte, hiciste las cosas mal y te arrepentis de eso, pero no sirve de nada que te arrepientas acá tirado en tu cama, se lo tenés que demostrar a él.

Manuel no iba a asumir la veracidad de lo que Valentín decía, pero muy en el fondo sabía que todo eso era cierto, le lloraba a una respuesta que Mateo todavía no le había dado, sabía que tenía que arriesgarse y que mientras más tiempo pase más complicado iba a ser encontrar ese perdón que tanto anhelaba.

—¿Y si me rechaza?

—El no ya lo tenés, si te rechaza por lo menos ya terminas con este tema y probablemente va a ser más fácil que sigas adelante.

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