Capitulum XX

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Park Jimin

18 de noviembre de 2009, Busan, Corea del Sur

Los seres humanos no podemos evitar nunca interponer nuestros propios sentimientos por encima de todo. Nos gusta sentirnos bien incluso si eso significa dañar a una segunda persona. Pero lo mas importante, no son los daños que causamos en consecuencia, sino, que hacemos más tarde para remediarlos.

Por si aún no son consciente, sí, mi nombre es Park Jimin. Sé que Jungkook les ha estado contando sobre lo que sucede en su vida, bueno, ahora su vida y la mía están unidas y por ello estoy aquí para contarles y que presencien como el destino puede ser a veces muy cruel con personas que no se lo merecen.

Conocerán a mi lindo novio, ¿verdad? Cada vez que recuerdo la manera desvergonzada en la que se me ocurrió proponerme no puedo evitar sentirme como un completo patán. Pero, ¿Qué puedo hacer? Ese chico pelinegro me trae loco desde hacía mucho tiempo, el tema del amor no es algo que tomarse a la ligera.

Aprendí el estudio de la psicología por un sencillo motivo, quiero llegar a comprender a las personas y ayudarlas. Como algo natural, mi instinto profesional no pudo dejar al menor de lado en aquella cafetería, dando tremendo espectáculo como lo es superarse. Es difícil, y muchas veces resulta imposible para algunos de mis pacientes. Pero nada de eso es cierto, el problema es que no lo afrontan de la manera correcta, y por ello, se rinden sin siquiera buscar más formas de conseguirlo.

Por el impulso que tuvo mi cuerpo hacía poco más de un año —ya trancurrió más de un año de ese encuentro— ahora me encontraba en la relación más feliz de mi vida. No me importaba nada, Jungkook era mi única preocupación y no dudaría en encargarme de él si tenía algún problema. Lo amaba, lo quería y aquello lo sabía meses atrás aún cuando el pelinegro no se sentía atraído por mí. Hice todo lo que estuvo en mi mano para enamorarlo, puede que suene un poco cruel, pero fue así. El menor me fascinó desde el primer instante y no pude apartar la mirada de él una vez sus pequeños y oscuros ojitos de ciervo concertaron con los míos.

Pero bueno, ese no es el caso principal por el que estoy hoy aquí, sino, vengo a narrarles como fue nuestra primera cita como novios oficiales.

Admito que lo único que quise hacer era llorar de felicidad y tomar al pelinegro completamente mío. Pero entendía que, si ni siquiera pudo responderme, tener nuestra primera relación sería algo demasiado apresurado y no quería forzarlo a nada o que se asustara por ello. Era Jungkook, y más que nadie conocía de su situación. La misofobia eran casos frecuentes y que se solían poder tratar si lo tomas de una buena forma. El menor lo hacía, afrontando todos los dañinos sentimientos que cargaba con él día a día por todo lo malo que le había sucedido. No me daba lastima, ni mucho menos, pero algo dentro de mí me impulsaba a abrazarlo y querer protegerlo y, Jungkook, me había permitido hacerlo.

—¿Dónde iremos?—le pregunté con una sonrisa el rostro y sosteniendo su mano.

El menor y yo dormimos juntos esa noche, no de una manera que muchos pueden malinterpretar, sino, literalmente. Nos acostamos en su cama y envolvimos nuestros cuerpos abrazados con el edredón, hacía frío afuera a pesar de que nuestros corazones se sintieran tan cálidos por dentro.

Dos semanas más tarde de eso, Jungkook me llamó con notable nerviosismo. Pensé que algo malo había sucedido y me ofrecí a ir a buscarlo. No pude evitar soltar una carcajada a través del teléfono cuando el chico pelinegro me dijo tartamudeando que quería organizar nuestra primera cita oficial y un brillo alegre emergió en mis ojos. Como sabrán, no tardé en asentir y preguntarle los detalles de aquella salida. Jungkook negó y comentó que todo sería organizado por él y que sería una sorpresa. Reí de nuevo al pensar en qué era lo que posiblemente pudiera organizar, más, no le di demasiadas vueltas y esperé con ansias el día de la cita. Y, bueno, aquí estamos, paseando con nuestras manos unidas por un gran parque de Busan, rumbo a algún restaurante para desayunar que el menor había elegido. No me quejé, solo lo seguí cuando el chico pelinegro se presentó en mi puerta y me arrastró con él sin siquiera dejarme saludarlo.

Misophobie • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora