Capitulum II

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Oh, la vida. Llena de placeres y caprichos de la naturaleza. El aire que se nos es necesario para vivir y la sensación placentera de llenar nuestros pulmones con esa sustancia. 

Muchas personas solía disfrutar de sus vacaciones en un lugar montañoso alejado de las ciudades y los gases nocivos que los vehículos producen. La mayoría, solía llamarlo "tomarse un respiro". Esas palabras significaban huir de las preocupaciones a un lugar lejos de todo y respirar el aire más puro que pudiesen encontrar, usualmente, en la cima de una colina o en mitad del campo sin ninguna autopista en los alrededores. Para mí, nada de eso era una posibilidad. Mis órganos respiratorios llevaban más de una década sin ser llenados por una aire limpio y sentir la grata sensación por ello. No poseía de ningún problema respiratorio o cardíaco. Mi cuerpo y forma física eran saludables y, aunque mi complejo fuese delgado, yo me encontraba bien. El problema que tenía a la hora de respirar, era el hecho de que el aire estaba contaminado. Pensadlo. El aire que respiramos, ese gas que nos hace vivir cada día y que es imprescindible para cualquier ser vivo. Ese oxígeno, no es puro.

El aire que respiramos está contaminado por otras personas. Muchas de las enfermedades podían ser contraídas por medio del aire y, lo único que era necesario para contagiarte de estas, era respirar. Hacer que el aire pasase a través de tus fosas nasales, llegando a tus pulmones y que estos utilizaran el aire, dándote vida.

La acción de respirar era algo que es involuntario. Sí o sí, tu cuerpo inalará oxígeno si tiene la posibilidad y lo hará circular en tu organismo, haciendo que esa sustancia fuese entregada a todas y cada una de tus células para producir el intercambio de gases en tus vasos sanguíneos y renovar el fluido de tus venas, expulsando tus desechos mediante la exhalación.

Todo esto significaba que, el aire que parece estar limpio y que nosotros respiramos día a día, resultaba que no es más que los desechos de otros seres vivos mezclados con diminutas partículas de oxígeno producidos por la fotosíntesis de las plantas.

Para las personas con misofobia como yo lo era, respirar muchas veces se nos complicaba y resultaba que una acción tan simple como aquella se convertía en todo un mundo de angustia en cuestión de segundos.

Nuestras retorcidas mentes nos hacen cavilar sobre si el aire contenía alguna enfermedad o si nosotros la contendríamos, haciéndonos ahogar entre pensamientos y sensaciones de sofoco, produciendo sudores fríos y acelerando nuestro pulso a su antojo. 

Nuestras mentes nos controlan, nosotros no podemos controlarlas a ellas.

Pero, al fin y al cabo, el oxígeno era necesario y no podríamos prescindir de él, por lo que aceptamos que estábamos contaminados de alguna forma. Librarse de aquel mal que albergaba en nuestros cerebros no era fácil y no conocía a nadie quién hubiese podido superar la fobia a los gérmenes, pero aquí me encontraba yo ahora, sentado sobre uno de los sillones verdes de la sala de consulta de aquel chico rubio que tanto había insistido por el teléfono y esperando en que todo esto de la terapia y la psicología de verdad pudiese dar sus frutos y curarme para llevar una vida plena y llevadera.

—Bien, empecemos por algo simple, quiero que primero me hable de usted, su vida, su trabajo, sus hobbies. Cualquier cosa para conocerlo— declaró el hombre sentado sobre uno de los sillones frente a mí, con su vista posada sobre la pantalla brillante de su portátil.

—Bueno, mi nombre es Jeon Jungkook y tengo 21 años, vivo solo desde hace casi 5 años y tengo un doctorado en medicina, anatomía y filosofía humana.—respondí más tranquilo, las preguntas no eran difíciles por el momento.

—¿Es médico?—preguntó el rubio sorprendido —Nunca había escuchado sobre un médico con misofobia.

—Tengo mi doctorado pero, claramente no puedo establecer mi trabajo de forma práctica por esto, así que trabajo desde mi hogar de forma teórica, aconsejando a los cirujanos prácticos la mejor solución y estudiando sobre más posibles cirugías.— él asintió.

Misophobie • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora