Capitulum XII

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Las notas del piano que abundaban en la habitación dejaban a su paso un mar de imaginación propia de aventuras. La calidez de la melodía en una escala mayor, los acordes armoniosos de la canción, todo era tan perfecto cuando se trataba de música que cualquiera en este mundo podría encontrar su confort en ella. Yo era de esas personas que le tenía un gran aprecio a la música por como esta me hacía sentir.

En malos momentos, ella fue mi única compañía y consuelo. En los buenos, también. Aquella me acompañaba a cualquier parte y me hacía perder de emoción al sentirme tan identificado con algunas melodías. Nada en esta vida sería pintado de algún color si la música no estuviese presente. Las bodas no tendrían un ritmo y las celebraciones de fiesta serían de lo más aburridas, sin sentido. 

La música unía a las personas así como dos almas que comparten una misma sintonía. Aquello de las almas relacionadas con la música nunca lo había entendido del todo. Si bien era conocedor de lo trasportadora que podía llegar a ser la música, la unión de dos personas por ella no llegaba a convencerme.

Una tenue luz se alzaba en algún lugar de la sala, no logré distinguir de donde exactamente. Mis párpados permanecían cerrados por el reciente despertar, una vaga sensación me hacía querer permanecer así, inconsciente a la realidad que se encontraba en el exterior. No quería levantarme, me encontraba tumbado sobre algún sillón cómodo, suponía que, por la textura, era el sofá que yo poseía en mi sala de estar.

Una calma pura me acunaba como si estuviese rodeado de nubes y, el olor dulce a las velas aromatizantes de  manzana, me hizo sentir en completa sintonía con la canción Mad world de Gray Jules que se reproducía desde algún paradero desconocido. Todo era perfecto, no deseaba bajo ningún concepto despertar de aquel sueño, porque era eso, un profundo sueño. Aunque fuese consciente, por el violento sonar de la lluvia contra la venta y los truenos cada cierto tiempo, que yo no me encontraba completamente en la realidad, no quise despertar. Estaba bien, nada dolía, toda la desgarradora soledad que horas antes —creía, no sabía el tiempo que había pasado— había llegado a hacerme ver mi final, ahora era inexistente.

Tal vez ya esté muerto.

Todo a mi alrededor era oscuridad, no podía ver nada ni escuchar nada más aparte de la música y las tronadas de fondo. Mi mundo pareció desaparecer pero no me importaba, nada lo hacía a esa altura. Inconscientemente, sonreí por lo bien que se sentía el no experimentar dolor. Tan lejos de ser dañado por algo o alguien.

Mentalmente, pronuncié unas últimas palabras de despedida. Le daba las gracias al pelimenta por estar a mi lado y a mi hermana por apoyarme y respetar el no ser tocado por mucho tiempo. Le dije a mis padres que dentro de poco me reuniría con ellos y sonreí por eso. Una sonrisa triste sustituyó a la anterior formada por felicidad; pensé en Jimin. En dónde estaría él ahora o qué estaría haciendo. Un amargo sentimiento emergió en mi pecho y me odié por verme interrumpido de la calma eterna por mis estúpidos pensamientos. Quería verlo, quería saber que estaba haciendo el castaño ahora y confesarle como me sentía respecto a él de alguna forma antes de la despedida. El mayor era una persona tan hermosa que nunca creí que alguien de su calibre pudiera llegar a existir. Lo más seguro era que aquel, hubiese descendido desde el mundo celestial para alegrar la vista a algunos humanos e iluminarlos en su camino. Yo resultaba ser la prueba de aquello. Como nunca me cansaría de repetir, Jimin había sido aquella persona que llegó a brindarme de su cobijo entre sus brazos y que, poco a poco, resultó ayudarme a superar ciertas partes de mi fobia. Deseaba poder verlo una vez más antes de irme a algún lugar remoto donde las almas vagaban libres, tanto era mi anhelo por agradecerle de todas las bonitas sensaciones que me hizo experimentar en el poco tiempo que nos conocíamos, que terminé saliendo de mi ensoñación, perdido en la melodía de la canción y abriendo los ojos lentamente para poder cumplir mi deseo.

Misophobie • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora