Capitulum XI

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Nada nunca pasa como queremos. Muchas veces tienes las esperanzas e ilusiones tan altas que no eres consciente en qué momento te hundes en lo más profundo del abismo de la desesperación, mientras tú sonrisa es borrada a la fuerza de tu rostro y el ánimo decae en consecuencia.

Las personas en un pasado, utilizaban a los dioses para tener fe, una fe que no te aseguraba nada con probabilidad pero que te mantenía las esperanzas arriba para no caer.

Cada quien posee su propia figura a seguir, los cristianos a Dios; los musulmanes a Alá y los judíos a HaSem, además de la existencia de miles de dioses del Olimpo o culturas asiáticas.

Cada religión tiene sus creencias en base a lo que los libros sagrados contienen o lo que los monjes narran sobre ello, sin embargo, nada de eso que dicen puede ser cierto.

Os pondré un ejemplo, en el cristianismo, para los seguidores de Jesús, la homosexualidad está mal vista y, antiguamente, sus penas no eran agradables. Los hombres y mujeres que decidían dejar a un lado la naturaleza de concebir nuevos humanos y dejar que sus corazones fuesen depositados en las manos ajenas de alguien de su mismo sexo, era todo una deshonra para los ojos de cualquier buen creyente, así, como tener tatuajes o maldecir a tu padre, eran horrores que la religión marcaba como indecentes; escandalosos.

Para suerte del ser humano, la historia avanzó y la homosexualidad empezó a ser mejor vista en la entrada del año 2000. Sigue existiendo gente homofóbica, yo alguna vez lo fui, pero no me confundan, esa etapa de mi vida, quedó atrás en el momento en el que una amistad se formó con Jimin.

Aquel chico que en un principio lucía hebras rubias como los mismos rayos de sol y que ahora compartía un tono común de cabello como la mayoría de las personas, había sido el causante de alterar mis creencias y demostrarme que, no todas las personas capaces de amar a alguien con su mismo cuerpo y aparato, eran demonios disfrazados o seres temibles que te dañaban por placer. Incluso podría afirmar que conocerlo me estaba afectando en la forma en la que veía a los hombres.

Ahora, mis ojos paseaban por los rostros y cuerpos masculinos ajenos en la calle y me preguntaba muchas cosas a mi mismo. Cómo sería besar a un hombre, ir de la mano de un hombre, compartir caricias con un hombre... Todo lo que antes deseaba e imaginaba con mujeres, ahora era sustituidos por cuerpos rudos y musculosos con algo colgante entre sus muslos.

Ser consciente de cuando mi mente divagó sobre hombres me hizo temblar asustado por mis recientes impuros pensamientos y tuve una etapa de negación. Pero el pasar de los días –porque ya habían pasado más de dos semanas desde la última vez que os conté de mí y mis aventuras, por así llamarlas, con el mayor– fui consciente de que verme tan absorto con los cuerpos de los chicos en las calles y, quedando embobado ante bellos rostros desconocidos, no era tanto una aberración de mi mente sino, más bien, un problema con mis gustos y mi radar de sentimientos se encontraba estropeado al rededor del más bajo.

Llegué a la conclusión de ello cuando, mientras degustaba la pasta cremosa preparada entre los dos, las sonrisas de comodidad y carcajadas eran apreciadas por mis ojos y oídos al ser el receptor principal del encanto que Jimin desprendía. Cuando lo veía de esa forma tan risueña y despreocupada, como si estando a mi lado no tuviese ninguna inquietud, me daban ganas de saltar a sus brazos y ser envuelto por su aroma, olvidando los problemas de corazón que estaba comenzando a notar por lo acelerado que éste latía a veces –estaba seguro de que en cualquier momento sufriría un infarto inesperado por la irregularidad de mis latidos– y lo chocante que era para mí observar a Jimin, como si fuese una obra de arte, tan a fondo y percatándome de cada sumo detalle.

El sentimiento de felicidad que adornaba mi alma ante la presencia de Taehyung no se comparaba en lo absoluto con lo desbordante que estaba mi ser cuando era el más bajo quien se encontraba a mi lado y, rápidamente, descarté la posibilidad del infarto.

Misophobie • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora