Capitulum III

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A pesar de ser las 10 a.m., el local de alimentación en el que me encontraba acompañado o, para ser exactos, en el que el rubio se encontraba acompañándome para cumplir uno de mis miedos y así superar mi misofobia, estaba actualmente bastante lleno de clientes. Los locales en Busan a estas horas de la mañana apenas poseían de 10 personas como mínimo y justo hoy, el día en el que yo vendría, más de 25 personas se hayaban en el lugar, como si no existiese ninguna tienda de alimentación más en el área.

Bufé molesto al verme tan rodeado y a la vez tan expuesto y simplemente me paré en un lugar algo alejado de la gente para hablar con el chico a mi lado.

—¿Qué debes comprar?— le pregunté una vez que detuvo el carrito a mi par.

—¿Qué es lo que pasó con usted en el baño? ¿De verdad está bien? No parecía muy bien cuando ha corrido de esa forma...— suspiré gracioso al apreciar el rostro de confusión de mi psicólogo aún por lo anterior sucedido y sonreí.

—No estaba bien, tiene razón, pero me propuse superar esto aquí y ahora.

El rostro de confusión del chico se hizo aún más fruncido y contuve una carcajada al ver como sus labios se fruncían en un puchero tierno.

—¿Se ha drogado?— preguntó serio y no pude contenerme más, explorando en sonoras carcajadas, llevando mis manos a mi estomago para agarrar este.

—¿Qué? No, claro que no, ¿Por que piensa eso? ¿Por mi cambio de actuar repentino? No se preocupe Sr. Park, estoy bien, mi cuerpo esta limpio—lo miré aún riendo y él suavizó su ceño.

—Esta bien, le creeré, pero ¿Qué fue exactamente lo que hizo para calmarse?— interrogó una vez más.

—Solo lavé mis manos, era la forma de sentirme mínimamente bien—la siguiente expresión por parte del rubio fue incluso más graciosa que las anteriores y volví a reír agarrando mi estomago.—No me diga que no lo había pensado.

Un ligero rubor se extendió en las mejillas de mi acompañante y también terminó contagiándose de mi risa, sintiendo las miradas confusa de los clientes que pasaban.

—La verdad es que no, no lo había pensado. Usualmente cuando voy aún baño público yo suelo...— lo miré divertido, escuchado lo que decía hasta que él mismo se interrumpió y el color carmesí en sus cachetes se intensificó a uno más notable.

Reí de nuevo por ello.

—No quiero detalles, estoy bien con eso, nada más —Lo molesté— . Vamos, deberíamos ir a lo que hemos venido.—el pequeño hombre asintió aún ruborizado y se encaminó por uno de los pasillos que llevaban a la zona de alimentos.

—Por cierto Dr. Park, el día en el que tuve mi primera consulta, tiró el bolígrafo a propósito, ¿verdad?

El rubio rió a metros míos y sin detenerse contestó.

—Veo que no es fácil engañarle, Jungkook.—

Sonreí al saber que mi hipótesis era correcta y nos perdimos por los concurridos pasillos del supermercado.

[…]

—Cójalo— me ordenó el chico rubio mientras con la mirada señalaba una bolsa de snacks roja.

Dudando menos que la vez en la que tuve que sostener el pasaporte del lugar, estiré mi mano y mis dedos sostuvieron el embalaje de plástico, soltándolo en el carro de metal y sintiendo como mi piel cosquilleaba por el hecho de volver a sentir algo material entrando en contacto directo con mis dedos después de tanto tiempo.

Sonreí de haberlo conseguido.

—Muy bien Jungkook, veo que puede hacerlo— sonreí por su alago y  asentí contento—. Entonces nos turnaremos, yo cogeré una cosa y usted la siguiente.

Misophobie • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora