། Prefacio །

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Dean Dawson

Italia, 1992

El viento levanta algunas  hojas viejas que ya hacían en el suelo haciéndolas danzar en el aire, más hojas se desprenden de los árboles yéndose con el viento que agita todo a su paso creando una melodía.

El sonido del otoño.

Una composición de hojas secas revolviéndose  antes de volar, la agitación de las ramas golpeando el silencio y el ruido del viento.

¿Qué es el Otoño sin sus hojas secas?

Dean Dawson cubre su rostro del frío aire dejando sus ojos que brillan maravillado de presenciar tan precioso evento. El niño está creciendo y con ello está definiendo gustos, y el otoño es uno de ellos.

El otoño es su estación favorita.



[...]



— Mantén a tus hermanos quietos.

Ordena mi madre y voy de mala gana hacia dónde están los niños que odio, quería un hermanito, no un terrible tornado que se meten todo a la boca e incluso comen papel  y sobre todo, destrozan mis trenes que me obsequio mi abuelo, los odio, los odio, los odio. Pedí un hermano pero nacieron dos, dos terribles niños con ojos del mismo color que los de mi padre, sin dientes ni cabello.

— Los odio — mascullo solo para los tres.

Leslie y Lance sonríen ante ello, enojándome, les saco la lengua, y es que desde que nacieron, hace nueve meses dice mi madre, me tienen cuidando de ellos y ya no puedo salir a jugar fútbol con Donnet, mi mejor amigo.

Amo al fútbol, es lo mejor que puede existir y a Donnet también.

— No — regaño a Lance quién quiere quitarle el tren a Leslie y éste lo aleja, no obstante, Lance empieza a querer alcanzarlo con sus manos y yo trato de alejarlo como puedo a mis ocho años, pero aún soy un niño que no sabe cómo hacer las cosas, porque mientras trato de apartar a Lance para que no golpeé a Leslie, Leslie logra golpearlo en la cabeza con el duro tren de madera provocando que  Lance llore y yo  no sepa que hacer, veo rastros de sangre y me asusto, corro en busca de mi madre a la cocina pero ésta no está, seguramente me regañara, corro a la sala  buscándola y desde allí logro oírla en el despacho de papá, dirijo mis pasos hasta allí en busca de que auxilie a Lance.

Tiro de la puerta aunque mamá me haya dicho que debo de tocar, pero esto es una emergencia así que lo olvido.

— No — grita mi madre con voz aterrada justo cuando abro la puerta, me quedo estático al ver a mi padre con lágrimas empapando su rostro y con un arma de esas que vemos en las películas apuntándose en la cabeza, su mirada café se cruza con la mía justo cuando se oye el disparo sordo que lo hace caer, mamá corre a su lugar gritando a la vez que mis ojos captan la sangre en sus manos.

— ¡Joaquín, no! — grita mi madre y lo único que hago es correr lejos de esto mientras el miedo recorre mi cuerpo y las lágrimas se desbordan de mis ojos, sé que significa eso, llego a donde está Lance y Leslie que ya están calmados, increíblemente, limpio mis lágrimas pero éstas vuelven a salir como compuertas abiertas, necesito a mamá y quiero regresar a adonde está pero tengo miedo. Leslie empieza a llorar y hago lo que me dijo mami, le doy agua en una pajilla, traigo manzanas y les doy para que coman, espero que terminen a la vez que espero a que mi madre regrese por mí, sin embargo ella no vuelve, los gritos se hacen audibles junto con su llanto y yo me quedo llorando con mis hermanos, hasta que tío Marti  llega.

Hojas Secas En OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora