། 𝐂ᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇs །

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ᴅᴇᴀᴍ ᴅᴀᴡsᴏɴ

ɪᴛᴀʟɪᴀ

Mamá deja la taza humeante en su lugar de la mesa y se sienta, desde ayer la noto preocupada y signo de eso es, que hoy este tomando café y no el desayuno de siempre.

Lance y Leslie pelean por la mantequilla de maní ajeno a lo que sucede a su alrededor, mamá no les presta atención, sino que tiene la vista fija en la taza pero sé qué no la está mirando.

Terminamos nuestro desayuno como siempre, los tres peleando por el pan, la mantequilla o el queso.

—Gracias madre. — dicen en coro los gemelos. —Gracias Dean.

—Cada uno lava sus utensilios. —les ordena mi madre.

—Hoy le toca a Lance. —dice Leslie y aunque cada uno debe de lavar lo que usa, ellos como gemelos, tienen sus cosas. Lance se va a la cocina y Leslie me imagino a ver la televisión ya que hoy es sábado, mamá no va al trabajo ni nosotros a la escuela.

— ¿En qué piensas ? —le pregunto cuando los gemelos no están.

Emite un gran suspiro antes de hablar.

— En qué hoy vendrá alguien a lavar la ropa y eso significa que tenemos que recortar tu mesada, no habrá más dinero para tus salidas. —avisa y aunque la decisión no me gusta, la entiendo, pero...

—Tanto así, ¿Se supone que te han ascendido?

— Si, pero tengo que ahorrar para tu universidad, ¿Cómo irás sino ahorro?, Eso es un enorme gasto.

No digo nada.

Eso es algo que no sé cómo decírselo.

—¿Por qué irás, cierto? —Pregunta con tinte de enojo, llevamos meses hablando de esto y siempre la evado. —Responde Dean. —me habla con dureza y siento que ya no puedo más, boto el aire que no sabía que contenía y le hago frente, sin mirarla, digo lo que tengo atorado desde hace meses.

—No quiero ir a la universidad, quiero ser futbolista. —confieso y sé que no tarda en llegar la charla de superación.

—Te has vuelto loco, ¿crees que me he matado trabajando para que digas que quieres ser futbolista?. —el primer golpe a mi seguridad, sabía que cuando se lo dijera esta sería su reacción.—Ni siquiera sabes si eres bueno para eso. —golpe a mi autoestima.

—Soy el delantero de mi equipo y siempre gano .... —me defiendo.

—Que ganes unos cuantos concursos de barrio no quiere decir que eres el mejor. —otro golpe que me deja sin ganas de alegar que si soy bueno para eso, mis ojos arden y ahora es cuando recuerdo la sonrisa que me daba papá, cada vez que tenía miedo a hacer algo. « TÚ PUEDES, DEAN»

Me hace tanta falta.

—Es mi sueño. —me defiendo.

—¿Sueño? Qué sea tu sueño no quiere decir que tengas talento para hacerlo.

» Quítate esas cosas absurdas de la cabeza y ve buscando que vas a estudiar, porque de que vas a la universidad, vas, porque vas. —dice justo cuando tocan el timbre — Y abran la puerta que debe de ser la lavandera, háganla pasar. —grita hacia la sala poniéndose de pie y a mí no importa quien sea que venga, no tengo fuerzas ni para ponerme de pie, tomo una servilleta y la empiezo a doblar para calmar mis emociones. Esta conversación fue una demolición para mis sueños.

Mamá habré el caño para lavar su taza y cuando cierra, se oye su voz.

—Buenos días, señora, la señora Gina me dijo que viniera. —se oye una voz tímida y juvenil, levanto mi mirada y es allí que la veo por primera vez, con una sonrisa que deslumbra, sus labios rosados se estiran achinando sus ojos negros, piel rosada y cabello del color de sus ojos, negro como la noche en una trenza.

Sonríe como si no tuviera ningún problema.

Diablos, me esperaba una mujer de cuarenta años, no una adolescente de mi edad.

¿La puedo follar?

—Oh, si, pasa. —le dice mi madre y echa a caminar a la lavandería mientras tanto la joven desvía su mirada de mi madre hacia mí cuando pasa por mi lado.

El negro colisiona con el ámbar mío y sonríe.

—Hola. —Saluda feliz.

—Hola. —digo como contestadora automática y todo lo que sentía hace momentos, desaparece, me pongo de pie y voy hacia donde están mis hermanos, dónde miramos el resumen de la Eurocopa. Con la interrogante en mi cabeza de ¿Quién es aquella joven de sonrisa encantadora?

✧*・°✭

La casa es enorme y no se filtra nada de lo que sea que hace mi madre mientras no dejo de pensar en la persona que está al final de la casa, lavando.

Solo espero que no lave mis calzoncillos.

Seria vergonzoso.

Después de casi dos horas sale del pasadizo que conecta la cocina con la sala de estar con mi madre atrás de ella.

— Adiós. — dice cuando pasa por nuestro lado.

—Adiós, Keira. —dicen en coro, los gemelos y me quedo preguntando cómo  es que saben su nombre.

—¿La conocen? —Pregunto.

—No, cuando llegó dijo, hola, soy Keira y busco a la señora Milla. —explica Lance y escucho como la puerta de cierra.

—¿Te gusta? —pregunta Leslie dándome una mirada entrecerrada.

Hojas Secas En OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora