Capitulo Final

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Italia

Dean Dawson

No creo que exista hombre que no haya soñado alguna vez. Alguno ha tenido que tener aunque sea uno, porque gran parte de la vida está llena de ellos.

Recuerdo de cuando era niño soñaba con hacer el tiro volador de Oliver Atom, una chilena. Ser el capitán de mi equipo, un gran jugador. Ese fueron mis primeros sueños, ser como mi super héroe y aunque Oliver Atom no tenía super poderes, para mí lo era.

Cuando crecí, mis sueños se definieron.

Llegar a la profesional.

Ser fichado por un equipo reconocido mundialmente.

Ser un gran jugador.

Cuento con algunas copas y varios títulos. Soy ganador de una Champions Lige, de Europa Lige. Soy reconocido en mi país y en muchos otros, he logrado unas cuantas azañas que me han inmortalizado en el mundo futbolista. Pero también he tenido otros sueños. Otros más profundos. Cómo que Keira fuese mía. O tener una familia para mí Annie. Sueños que no pudieron ser hechos realidad, pero aquí estoy, a unas cuantas horas de ir a cumplir quizás mi sueño más grande como profesional, como hombre, como aficionado del fútbol. El sueño que estoy seguro, alguna vez un niño, un adolescente o un adulto ha soñado.

Ir al mundial.

Me despido de mi madre quien también viajará a Sudáfrica a verme jugar junto con mi hija, mis hermanos, algunos primos y tíos.

— Cuidate mucho. — le aconsejo.

— Pierde cuidado, estaré bien. Concéntrate en los partidos. — dice nostálgica. — Estoy muy orgullosa de ti, hijo. Siento no haber creído en ti cuando fue el momento, buscaba lo mejor para ti y creí que saber lo que te haría bien pero me equivoque. 

— No te preocupes. Todo está bien. — quito sus preocupaciones, no le guardo ningún resentimiento por lo que en su momento me dolió, lo hacía porque era su manera de amarme. Haz sido una gran mamá y lo sigues siendo.

Da una sonrisa que reprime sus lágrimas. 

— Tu padre estaría orgulloso de ti.

— Lo sé. — digo tragando el nudo que se forma en mi garganta. Ha pasado mas de veinte años y aún me duele. No como antes pero lo hace, y son momentos como estos en los que me hace falta. Me hubiera gustado que el estuviera en la tribuna, alentandome.

— ¿Por qué lo hizo? — le pregunto lo que nunca tuve calor de hacerlo.

— Hizo una mala inversión, tuvo pérdidas millonarias, el banco iba quitarnos esta casa y todas nuestras posiciones. Tus hermanos usaban demasiado pañales y bebían leche en lata. Ellos solos ya eran un gasto demasiado imagínate quedarnos en la calle, nunca nos recuperariamos de eso y aunque perdió la empresa, no quiso que nos quedemos sin un techo así que se suicidó para que el banco no nos lo quitara. Estaba nublado. Y no vió más allá de lo que creyó sería lo mejor, sintió que había fallado, que nos falló, que se falló a el mismo.

— Gracias. — le digo y beso su frente, hago lo mismo con mi hija. — Te amo. — Le digo a mi madre y salgo donde me esperan mis hermanos.

— Suerte, hermano. — Lance es el primero en abrazarme. — Nos vemos allá.

— Felicidades, hermano. — me da medio abrazo Leslie. Ellos también fueron futbolistas pero se inclinaron más por la universidad.

— Gracias. — le digo recordando nuestra vida de niños. — Cuiden a mamá.

—Tu también.

Salgo a la calle a tomar mi coche y saludo con la mano a mis vecinos que han salido a despedirme. Donnet me envía un mensaje de que me verá allá pues el también irá a verme.

Hojas Secas En OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora