Nuestra historia

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En menos de una semana estaría casada. El viernes, en su propio Juzgado, ni más ni menos. De modo que Jeong y el resto de los jueces se enterarían de inmediato.

Pero por mucho que se dijera a sí misma que aquélla era la única solución, no podía evitar una sensación de culpa... y tampoco podía dejar de darle vueltas a la cabeza.

Estaría casada. ¡Con Lalisa Manoban!

El domingo por la noche, mientras intentaba dormir, ese pensamiento daba vueltas y vueltas en su cabeza.

Se había ido a la cama temprano, agotada después de vaciar la habitación de invitados para dejar sitio a las cosas de Lisa. A pesar de sus protestas, Lisa había insistido en dejar su apartamento ya que, según ella, parecería un poco sospechoso seguir pagando el alquiler. De modo que todos sus muebles tendrían que caber en la habitación y en el garaje.

Después de trabajar durante horas, Rosé estaba segura de que el cansancio la vencería, pero allí estaba, con los ojos abiertos como un búho y el corazón trepidante.

Estaba tan nerviosa que se incorporó de un salto cuando sonó el teléfono.

—¿Jennie?

—No, soy Lisa.

—¿Te he asustado?

—No, no, qué va. Es que no estoy acostumbrada a que llamen a estas horas.

—No es tan tarde.

Rosé miró el reloj de la mesilla. Eran las 21:23. Sí, tenía razón. La mayoría de la gente seguiría viendo la televisión a esa hora.

—Pero supongo que las embarazadas se van a la cama temprano. Tendré que acostumbrarme.

—¿Qué querías, Lisa? - Cuestiono Rosé

—Estaba pensando en nuestra historia.

—¿Nuestra historia?

—La historia que vamos a contarle a la gente. Tenemos que ponernos de acuerdo porque nos harán preguntas. - Dijo Lisa

La imaginaba tumbado en el sofá, en chándal o medio desnuda, viendo algún canal de TV...

—Muy fácil. Nos conocimos en la boda de Jennie y Jisoo.

—¿Nos conocimos hace ocho años y ahora, de repente, nos da por casarnos? - Cuestiono Lisa con sarcasmo - No, eso no tiene sentido —rió Jake—. Veo que mientes fatal.

Rosé encendió la luz de la lamparita. —Soy juez. Se supone que no debo mentir.

—Sí, bueno, ya me imagino.

—Mira, yo creo que lo mejor es que nos atengamos lo más posible a la verdad. Así no meteremos la pata.

—¿Cómo se conocieron Jennie y Jisoo? - pregunto de repente

—No lo sé —contestó, pensativa—. Me parece que en el último año de universidad. Sí, mi hermana trabajaba en un restaurante enfrente del campus, donde Jennie iba a comer. Jennie es vegetariana, ya lo sabes, pero siempre pedía un filete con patatas porque tardaban en hacerlo y así tenía más tiempo para mirar a mi hermana —sonrió Rosé—. Pero supongo que eso ya lo sabes.

—Sí, claro, pero ¿ves como tenía razón? Todo el mundo tiene una historia. La gente nos preguntará y tenemos que ponernos de acuerdo.

—Si tú lo dices.

—¿Cómo se conocieron tus padres?

Rosé se mordió los labios, insegura. Sus padres se habían conocido en un bar y nueve meses después, cuando nació ella, su madre no recordaba el nombre de su progenitor. Lo único que sabía era que debía ser el policía de Australia o el guardia del centro comercial en Seul. O el camionero de Ilsan.

Madre de Alquiler - ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora