Continuación Capítulo anterior
Aunque eso lo guardó para sí misma. Rosé era tan fuerte, tan independiente. Nunca aprobaría esos deseos tan cavernícolas. Tampoco ella los aprobada, pero no podía contenerlos.
—He ido al médico.
—¿Por qué? ¿Qué te pasa? —preguntó Rosé.
—Nada, nada. Me he hecho la prueba otra vez.
—¿Qué prueba?
Lisa le dio el informe. —Estoy como un roble —intentó bromear.
Rosé no leyó el informe porque ya imaginaba lo que era.
—¿Has hecho eso por mí? - Cuestiono asombrada
—Quería que supieras que no te había mentido.
—¿Por qué?
—Porque quiero que confíes en mi, Rosé.
—¿Por qué te importa tanto que confíe en ti?
—Porque me importas —contestó Lisa—. ¿No vas a mirar el informe?
—No me hace falta —contestó Rosé, casi sin voz. Le importaba. Lisa había dicho que le importaba.
Entonces pensó en lo que Jisoo le había dicho, que era demasiado independiente, que los demás querían cuidar de ella, pero no se dejaba.
Después de tantos años confiando únicamente en sí misma, ¿podría confiar en otra persona? ¿Y podría perdonarse a sí misma si no lo intentaba al menos?
—Muy bien —murmuró, devolviéndole el sobre.
—¿Muy bien?
—Lo intentaré. Intentaré confiar en ti.
Le habría gustado decir algo más concreto que lo intentaré, pero Lisa pareció aceptarlo como un paso adelante.
Y cuando la tomó entre sus brazos, Rosé sintió no sólo el familiar cosquilleo de deseo, sino un cierto miedo. Todo aquello era tan nuevo para ella. Pero apartó el miedo a un lado, decidida.
Sólo había dicho que intentaría confiar en ella. Y podía hacerlo sin que le rompiera el corazón, estaba segura.
....
Lisa despertó con el olor del pelo de Rosé en la almohada y el sonido de la ducha en el cuarto de baño.
Se quedó en la cama durante unos minutos, escuchando y recordando. Su erección se hizo más patente bajo los calzoncillos de algodón al recordar lo apasionada que había sido Rosé por la noche, al recordar sus gemidos cada vez que chupaba sus pezones, como repetía su nombre una y otra vez mientras llegaba al éxtasis.
Nunca olvidaría lo hermoso que era hacer el amor con Rosé. Pero había un recuerdo que atesoraría más que ningún otro su sonrisa cuando le dijo que intentaría confiar en ella.
No entendía, por mucho que lo intentara, por qué la afectaba tanto, más que ninguna otra mujer en toda su vida. Quizá porque era la madre de su hijo. Pero estaba segura de que no era eso.
Aquel deseo loco de hacerle el amor, de protegerla, de estar con ella, de conocerla profundamente, eso era lo que no podía entender.
Hasta que lo hiciera, estaba más que dispuesto a sublimar todo lo demás y quedarse con lo que conocía bien Rosé en su cama. Quería dejar una huella en ella, en su cuerpo, en su alma...
Lisa se levantó de un salto. No podía esperar más. Algún día, cuando tuviera el niño, le haría el amor en un baño de burbujas pero, por el momento, la ducha tendría que valer.
Nunca olvidaría su cara de sorpresa cuando la vio apartar la cortina. Tenía el pelo lleno de jabón y el agua acariciaba sus pechos, sus pezones, de un tono rosado oscuro en contraste con su piel blanca, sus caderas estrechas a pesar del abultado abdomen, sus largas piernas...
Era preciosa.
No lo hubiera creído posible, pero su erección aumentó de tamaño. Sólo entonces se dio cuenta de que nunca la había visto desnuda a la luz del día.
Y sintió una ridícula punzada de orgullo al mirar aquel vientre abultado tras el que su hijo dormía tranquilamente...
—Lo creas o no, solía estar en forma —dijo Park entonces.
Su inseguridad le hizo gracia. Sobre todo, porque a le parecía preciosa. Pero no era una adolescente y sabía que no debía reírse o Rosé la echaría de la ducha a patadas.
—Ninguna mujer me ha parecido más preciosa que tú ahora mismo.
—Sí, seguro, una modelo de calendario. Caderas anchas, vientre abultado...
Lisa la interrumpió con un beso. —Dijiste que confiarías en mí.
—Sí.
—Pues entonces, hazlo. Nunca te mentiría, Rosé. Jamás.
Ella la miró a los ojos, como buscando allí la verdad, o una mentira que Lisa sabía que no podría encontrar.
—No te imaginas cómo me excita verte desnuda. Verte así, saber que éste es nuestro niño... es lo más erótico que he visto en toda mi vida.
Rosé sonrió tímidamente y eso le pareció aún más erótico. De nuevo, la apretó contra su pecho y volcó todas sus emociones en un beso para hacerle saber lo que sentía por ella.
Con ternura, levantó su cara con las dos manos y empezó a aclararle el pelo y a besar su cuello al mismo tiempo. Podría pasarse la vida entera besándola, sintiendo el pulso que latía en su garganta, oyéndola murmurar su nombre, deslizando las manos por su espalda...
Quería que aquel momento durase para siempre. Quería grabarlo en su memoria, pero una fuerza más poderosa le pedía que la hiciera suya, que se enterrara en ella.
Lisa deslizó una mano por su vientre hasta encontrar el triángulo de rizos que escondía su intimidad.
Ella abrió las piernas un poco y enseguida encontró el receptivo capullo. Masajeándolo con el pulgar, introdujo un dedo en su interior. La oyó gemir y vio que cerraba los ojos mientras el placer crecía con cada caricia.
La sostuvo entre sus brazos mientras se convulsionaba, observando sus gestos, el éxtasis que distorsionaba sus facciones. Saber que la había llevado allí le proporcionaba un placer inaudito.
—Quiero estar dentro de ti.
—Sí —murmuró —. Sí, ahora.
Lisa iba a cerrar el grifo, pero antes de que pudiera hacerlo, Rosé se volvió y apoyó las manos en la pared.
No le hizo falta ninguna otra indicación. Abriendo sus piernas con la rodilla, buscó y encontró la entrada y la penetró con una sola embestida. Las dos dejaron escapar un gemido de ansiedad.
El placer era tan intenso que al principio no podía moverse. Rosé arqueó la espalda, empujando hacia atrás, y ella colocó la mano entre sus piernas para acariciarla mientras empujaba una y otra vez. Sus húmedos pliegues internos parecían masajear su miembro, proporcionándole un goce incomparable, un placer que jamás había sentido con otra mujer.
Aunque ya no recordaba a ninguna otra mujer. Con Rosé, sólo existía Rosé. Sólo ella y el agua cayendo sobre su espalda, sólo los movimientos de sus caderas llevándolo al éxtasis, haciendo que perdiera la cabeza.
La intensidad del orgasmo la dejó temblando. Porque con ella no era suficiente.
Nunca sería suficiente.

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Madre de Alquiler - Chaelisa
FanfictionRESUBIDO ____________________________________________ Era la madre de su hijo, era su esposa... pero era algo mucho más complicado que eso. Lisa se había casado con Rosé, pero sólo para salvar su carrera profesional de mentiras inventadas por motivo...