¿Terminar?

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Lisa fue al hospital con el corazón latiendo a mil por hora y el miedo casi ahogándola.

Nueve horas tarde.

Se sentía tan culpable mientras atravesaba las puertas del hospital...

Le había jurado a Rosé que estaría a su lado, que la ayudaría en todo. Había empezado a confiar en ella y ahora... ¿Qué pensaría?

La necesitaba, su hijo la necesitaba ¿y dónde estaba ella? Trabajando. Al otro lado de la ciudad, sin cobertura en el móvil.

Y era la último en llegar al hospital. Cuando llegó a su habitación, Jisoo y Jennie estaban allí, pero no veía a Rosé por ninguna parte.

—¿Dónde está?

Jisoo estaba sentada en un sillón, con los ojos cerrados y una expresión de dolor en el rostro.

—Duchándose —contestó Jennie—. El médico le ha dado permiso para hacerlo porque no podía relajarse.

—¿Está bien?

—Sí, está bien. Y el niño también. Sólo ha sido una falsa alarma. ¿Dónde te habías metido? - Jennie frunció el ceño y cruzo los brazos.

—He venido en cuanto escuché el mensaje. Estaba trabajando en las lindes del condado y no había cobertura... He llamado a Rosé varias veces, pero tenía el móvil apagado.

—Lo apagó la enfermera —sonrió Jennie—. Pero bueno, ahora que estás aquí puedo llevarme a Jisoo a casa. Ha sido un día muy largo.

Unos minutos después, Jennie se llevaba a su mujer, que la miró con una expresión mucho menos compasiva. Lisa no podía ni imaginar la reacción de Rosé.

Pero lo importante era que ella estaba bien y que el niño estaba bien. Podía enfadarse con ella, incluso tirarle algo a la cabeza, mientras estuviera a salvo, lo demás no importaba.

Diez minutos más tarde se abrió la puerta del baño y Rosé apareció envuelta en un albornoz, muy pálida.

Al verla, algo dentro se rompió y ni siquiera intentó controlar su deseo de abrazarla.

Cariño... estaba tan preocupada. Pero Jennie me ha dicho que estás bien y el niño también.

—Sí, estoy bien —murmuró, apartándose—. Mi ginecólogo quiere que me quede a dormir aquí esta noche, por si acaso. Pero el niño está bien.

—Chae, no sabes cómo siento no haber estado aquí contigo. Vi tu mensaje hace menos de una hora... —intentó disculparse Lisa.

—No pasa nada.

—Hubo un incendio a las afueras de Daegun. Parece que alguien lo provocó para tapar un asesinato y hemos estado allí todo el día. No había cobertura, lo siento.

—No pasa nada —repitió Rosé, tumbándose en la cama.

—Chae, de haberlo sabido habría venido enseguida. Pero no recibí el mensaje hasta hace una hora —insistió.

Por fin, Rosé le miró. El brillo de sus ojos había desaparecido. —No te preocupes. Mingi estaba conmigo.

—A partir de ahora, quiero que lleves contigo el teléfono del jefe de bomberos. Él puede localizarme en cualquier sitio.

—No es necesario. No tienes por qué estar pendiente de mí. 

Su frío tono de voz la dejó perpleja.

—Sí tengo que estar pendiente de ti. Para eso nos hemos casado.

—Nos casamos para que yo no perdiera mi trabajo —le recordó ella. 

Madre de Alquiler - ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora