Mientras Clara bebía leche, Aeolus se daba cuenta de que las mangas de su ropa eran muy largas para ella y no podía tomar los objetos de manera correcta, también se había caído en varias oportunidades por tropezar con los ropajes.
— Clara, tienes razón... tu cuerpo y el mío no son iguales, así que deberías tener ropa adecuada para ti— lo decía Aeolus y Clara lo miraba con curiosidad — iré a la ciudad de Zartia y traeré cosas para ti.
Clara salta emocionada y agita los brazos.
— Yo quiero ir, vamos juntos.
— No, yo iré solo, para ti sería peligroso y no te puedo proteger de la misma manera que lo hago aquí — al decir esto Aeolus mira que Clara estaba desanimada, así que se acerca y le acaricia el hombro — quédate con Lita y estudia lo que preguntaste, más adelante podemos ir los dos a la ciudad, pero por ahora te prometo que traeré cosas que te gustarán — se levanta para preparar todo e ir a la ciudad — regresaré pronto.
Clara se queda en el pasto sentada y se despide con una mano.
Aeolus estaba en la cabaña mientras se preparaba para ir a la ciudad. Arma un pequeño bolso con cinco hojas de un árbol y tres flores con los cuales los intercambiará por varios objetos. Él sabía que esas pequeñas cosas en su mundo eran muy costosas en el mundo humano.
— ¿Así qué saldrás? — Jadurus había entrado por la puerta de la cabaña.
— Así es.
— Dejarás sin protección el jardín por ir a la ciudad.
— No es la primera vez que salgo, nunca ha pasado nada.
— ¿Y por qué saldrás ahora?
— Clara necesita ropa y cosas de mujer.
— ¿Has perdido la razón? — recriminaba Jadurus — no deberías comprar nada, ella debería irse con los suyos.
— Aún no — responde sin mirarlo, ya que seguía preparándose para su visita a la ciudad.
— ¿Y cuándo sería? Ya han pasado siete meses, y si vas a comprar cosas para ella, es porque quieres hacer su estancia más larga que solo un par de meses más.
— Ya me tengo que ir, ¿Cómo me veo? — preguntaba Aeolus ocultando su apariencia tras una túnica con capucha.
— Te has encaprichado, no la dejarás ir — Jadurus lanza una risita sarcástica — creo que ya lo sabía.
— No veo a Clara como mi mujer, sí es lo que te preocupa.
— Y tampoco veías a Dan como a tu hijo.
Aeolus queda estupefacto ante esta aseveración y se gira molesto para ver a aquel conejo.
— Eso no tiene nada que ver con esto
— Creo que es lo mismo, eres mitad Dios y mitad humano, hasta este momento siempre has logrado esconder tu esencia humana, aún tengo esperanza de que sigas así.
— Regresaré en una hora máximo, diles a los animales que no se acerquen por ese tiempo a los límites del jardín — Aeolus se voltea para darle la espalda y sale de la cabaña.
— Creo que ya eres humano nuevamente, estás actuando de manera estúpida como aquella vez. Has faltado a tu promesa — Jadurus se lo decía a su amigo que ya no estaba ahí y no podía escucharlo.
El mercado siempre estaba alborotado, pero Aeolus sabía dónde tenía que dirigirse si quería hacer un buen negocio. Ya había estudiado a un comerciante que se caracterizaba por hacer tratos justos, quería hacer su visita lo más rápido posible y se enfocaría en su objetivo para no distraerse con las curiosidades que ofrecía el mundo de los hombres. Al ingresar a la tienda de intercambios, Aeolus esparce por el mesón el contenido de su bolsa. El vendedor se coloca sus lentes y comienza a observar lo que le han traído y rápidamente su expresión cambia a asombro.
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El Jardín de la Inocencia
FantasyEl guardián despiadado que protege el camino que une a los dioses y los humanos, siempre ha vivido solo desde su nombramiento. Pero, nadie quiere estar solo por la eternidad, lo que puede repercutir en la importante tarea como defensor del jardín de...