Capítulo 5

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Mientras Clara bebía leche, Aeolus se daba cuenta de que las mangas de su ropa eran muy largas para ella y no podía tomar los objetos de manera correcta, también se había caído en varias oportunidades por tropezar con los ropajes.

— Clara, tienes razón... tu cuerpo y el mío no son iguales, así que deberías tener ropa adecuada para ti— lo decía Aeolus y Clara lo miraba con curiosidad — iré a la ciudad de Zartia y traeré cosas para ti.

Clara salta emocionada y agita los brazos.

— Yo quiero ir, vamos juntos.

— No, yo iré solo, para ti sería peligroso y no te puedo proteger de la misma manera que lo hago aquí — al decir esto Aeolus mira que Clara estaba desanimada, así que se acerca y le acaricia el hombro — quédate con Lita y estudia lo que preguntaste, más adelante podemos ir los dos a la ciudad, pero por ahora te prometo que traeré cosas que te gustarán — se levanta para preparar todo e ir a la ciudad — regresaré pronto.

Clara se queda en el pasto sentada y se despide con una mano.

Aeolus estaba en la cabaña mientras se preparaba para ir a la ciudad. Arma un pequeño bolso con cinco hojas de un árbol y tres flores con los cuales los intercambiará por varios objetos. Él sabía que esas pequeñas cosas en su mundo eran muy costosas en el mundo humano.

— ¿Así qué saldrás? — Jadurus había entrado por la puerta de la cabaña.

— Así es.

— Dejarás sin protección el jardín por ir a la ciudad.

— No es la primera vez que salgo, nunca ha pasado nada.

— ¿Y por qué saldrás ahora?

— Clara necesita ropa y cosas de mujer.

— ¿Has perdido la razón? — recriminaba Jadurus — no deberías comprar nada, ella debería irse con los suyos.

— Aún no — responde sin mirarlo, ya que seguía preparándose para su visita a la ciudad.

— ¿Y cuándo sería? Ya han pasado siete meses, y si vas a comprar cosas para ella, es porque quieres hacer su estancia más larga que solo un par de meses más.

— Ya me tengo que ir, ¿Cómo me veo? — preguntaba Aeolus ocultando su apariencia tras una túnica con capucha.

— Te has encaprichado, no la dejarás ir — Jadurus lanza una risita sarcástica — creo que ya lo sabía.

— No veo a Clara como mi mujer, sí es lo que te preocupa.

— Y tampoco veías a Dan como a tu hijo.

Aeolus queda estupefacto ante esta aseveración y se gira molesto para ver a aquel conejo.

— Eso no tiene nada que ver con esto

— Creo que es lo mismo, eres mitad Dios y mitad humano, hasta este momento siempre has logrado esconder tu esencia humana, aún tengo esperanza de que sigas así.

— Regresaré en una hora máximo, diles a los animales que no se acerquen por ese tiempo a los límites del jardín — Aeolus se voltea para darle la espalda y sale de la cabaña.

— Creo que ya eres humano nuevamente, estás actuando de manera estúpida como aquella vez. Has faltado a tu promesa — Jadurus se lo decía a su amigo que ya no estaba ahí y no podía escucharlo.

El mercado siempre estaba alborotado, pero Aeolus sabía dónde tenía que dirigirse si quería hacer un buen negocio. Ya había estudiado a un comerciante que se caracterizaba por hacer tratos justos, quería hacer su visita lo más rápido posible y se enfocaría en su objetivo para no distraerse con las curiosidades que ofrecía el mundo de los hombres. Al ingresar a la tienda de intercambios, Aeolus esparce por el mesón el contenido de su bolsa. El vendedor se coloca sus lentes y comienza a observar lo que le han traído y rápidamente su expresión cambia a asombro.

El Jardín de la InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora