Capítulo 38

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El Jardín de la Inocencia se mantenía en un incómodo silencio con la familia de Jadurus. Cuando Clara quería saludarlos o hablar con alguno de ellos, estos simplemente se alejaban de ella, lo que le preocupaba, pero nadie le explicaba este comportamiento, ni siquiera Aeolus tenía una respuesta que darle.

Clara, al despertar por la mañana, ve que Aeolus estaba acostado a su lado, mirando hacia la ventana.

— Buen día, ¿Vamos a desayunar?

Aeolus regresa la mirada, saliendo de sus pensamientos y le besa en la frente.

— Sí. Te prepararé tu desayuno.

Esa mañana y como todas las mañanas, le sirvió una jarra de leche del prado endulzada con miel de árbol, y hoy le agregó semillas.

— Clara, termina de comer tranquila y prepárate para ir a la Partera – le informaba Aeolus

— Si, me gustaría poder comprar en el mercado, creo que es momento de tener algunas cosas para cuando llegue nuestro hijo.

— Voy a preparar algunas cosas antes de salir, vendré por ti.

Aeolus se dirigió a la guarida de Lita, ya tenía hablado el tema con ella, era para dejarla como protectora del Jardín mientras se ausentaba con Clara. La misión que antes le daba a Jadurus, ya no podía pedírselo sin sentirse un descarado, debido a que ahora estaban en malos términos, después de las amenazas con Rigi y es que él no se había comportado como un amigo.

Ya con todo preparado, la pareja se dirige a la clínica de Parteras. El control como siempre estaba bien, tanto para la madre y el hijo, al salir fueron a la tienda de intercambió y por 3 piedras de Jardín le entregaron una Cuna, ropa de bebé y niño, mantas, pañales, y muchas otras cosas como un botiquín para tratar heridas y algunas medicinas, además de una buena cantidad de dinero.

—¿Aeolus, quieres que te ayude con algo? – Preguntaba Clara al ver a su marido cargar tantos objetos — no me molestaría llevar una bolsa.

— Tranquila, solo guíame por donde tengo que ir – respondía Aeolus. Eran tantos objetos que cargaba, que no tenía visión y se notaba demasiado extraño que un hombre ordinario cargara todo.

Clara insiste en que lleve la mitad de las cosas y ella se quedaba con la otra mitad en las afuera de la tienda, a lo que Aeolus aceptó y trató de regresar pronto.

Mientras Clara esperaba, una mujer la mira en reiteradas oportunidades, lo que la incomodaba, hasta que se aproxima a ella para hablarle.

— ¿Señorita?, ¿Señorita Verónica es usted?

— No, yo no soy esa persona, creo que se ha confundido – respondía Clara contrariada

— Señorita Verónica, soy Felicia, su dama. Aquí vive mi hermana, pero sigo trabajando donde sus padres, ¿No me recuerda?

Como si fuera un breve recuerdo, Clara se ve a ella ante un espejo y esta mujer peinándola y colocándole adornos en el cabello, pero todo era muy confuso y no sabe si aquello era un sueño o la realidad.

— Señorita Verónica, que pasó con usted, pensábamos que estaba muerta, ¿acaso siempre ha vivido en Zartia?

A Clara comienza a dolerle la cabeza, muchas visiones de esta mujer llegan a su mente, la última cuando le dice que tiene que correr y viéndola cómo es abusada por bandidos.

— Yo... no sé... yo creo que... — contesta Clara asustada.

Llega Aeolus y se percata de lo que está pasando, recoge rápidamente las bolsas y toma de la mano a Clara para que deje de hablar con la mujer.

— Espere, ¿Quién es usted? ¿Dónde se lleva a la Señorita? – Felicia comienza a correr detrás de ellos.

Aeolus tenía que apresurarse, la mujer corría mucho más rápido que Clara, así que la carga por la cintura y comienza a aumentar la velocidad sin que se note demasiado para no llamar la atención de los humanos.

Felicia pierde el rastro cuando llega a la frontera del Jardín de la Inocencia, no sabía a dónde se dirigieron y quién era ese extraño hombre.

Al llegar a la cabaña Aeolus mira a Clara que se notaba enferma.

— ¿Te sientes bien?, ¿Qué ocurrió? – preguntaba Aeolus

Con un fuerte dolor de cabeza, Clara tenía la vista clavada en el suelo

— Esa mujer... es Felicia... ella era importante para mí, yo la quería, hace tiempo... era como Lita y yo ahora... en mi anterior vida... era mi amiga... — Se retira rápidamente fuera de la cabaña y comienza a vomitar.

Aeolus se acerca a Clara y frota su espalda, lo que dijo le preocupaba mucho, paso solo un minuto desde que la dejó y ya reconoció a una mujer de su pasado, ¿Qué ocurriría si viera a sus padres o a Roberto?

***

Con los días Aeolus distraía a Clara hablando sobre el futuro y cosas sobre su hijo, todo con intención de que olvidara el encuentro con la mujer en Zartia, lo que no le fue difícil.

En la ciudad de Mirita, ya Felicia regreso a trabajar a la casa de sus patrones, prefirió guardar silencio sobre la mujer que vio en Zartia, puesto que creía que la confundió con la señorita, pero al llegar a la casa de los Delinne el rumor de que la Señorita Verónica estaba viva y estaba dentro del Jardín de la Inocencia, hizo querer comentarle lo que vio a la Señora.

Felicia toca y abre la puerta del salón de costura de la gran mansión, llevaba una taza de té con pastelillos.

— Mi señora, traje el té

Ana le ve y deja de bordar

— Gracias Felicia, ¿te fue bien al visitar a tu hermana?

— Si mi señora, fue muy agradable la visita – respondía sonriente Felicia

— Me alegra niña que ya estés con nosotros

Felicia titubeante antes de hablar.

— Señora, disculpe que le hable de algo tan personal, pero escuche que la Señorita Verónica se encontraba en el Jardín de la Inocencia y está viva

— Eso nos han dicho, pero tratamos de dialogar con el Guardián y no salió bien, nos atacó. Aun así, no sé si está ella ahí, pienso que solo nos estamos aferrando a algo que no existe.

— Señora... yo vi a la Señorita en Zartia y estoy segura que es ella, al principio no me reconoció, pero cuando lo hizo un hombre se la llevó, corrí tras ellos, pero los perdí cuando llegué al límite del Jardín.

—¿Esta segura? — Ana estaba sorprendida y con lágrimas en los ojos — todo lo que dices tiene sentido, quizás es ella por eso visita Zartia que está unido al Jardín. Felicia, ¿le comentaste esto a otra persona?

— No señora, se lo he dicho a usted primero

— Bien, no le digas esto a nadie... la última vez que fuimos al Jardín, Roberto se comportó de manera grosera y el Guardián nos atacó, no quiero que ningún varón lo sepa.

El Jardín de la InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora