Capítulo 29

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Aeolus se dirige decidido al encuentro de los Dioses, tenía valor, el valor que le dio Clara, sabía que era lo que deseaba más que nada y no lo perdería, debía pelear por ello, ya que de eso dependía su futuro y felicidad.

— Guardián de nuestro Jardín— hablan formando un juicio los Dioses— te presentas antes nosotros nuevamente, pero has desobedecido deliberadamente una orden.

Aeolus se arrodilla para mostrar sus respetos.

— Mis señores, el castigo impuesto es demasiado, no puedo obedecerlo y no lo haré. Por años el trabajo que me han dado lo he realizado tranquilamente, en soledad y nunca he exigido nada a cambio, puesto que fui el único que aceptó tan triste tarea. He sido buen sirviente y, aun así, han sido injustos, me dieron sentimientos humanos, pero me piden aniquilar humanos, si tengo algo que solicitar después de todo lo que he realizado, es que permitan que Clara permanezca conmigo.

— No tienes derecho a pedir nada Guardián, tú has aceptado tu misión y eres nuestro súbdito. Hemos sido benevolente contigo, te permitimos traer humanos a los terrenos del Jardín, pero ellos han provocado tu rebeldía, y ahora, te crees con el derecho a decirnos que está bien y que está mal.

— El Jardín fue creado por ustedes para que el humano regrese a él— respondía Aeolus con tono firme— para que encuentren el camino a la divinidad que han perdido. Los humanos que he traído, no tienen aura de maldad, quiere decir que ellos son la respuesta para que todos regresen a ser una unidad con ustedes.

— Ese no tiene que ser tu problema, todos estamos de acuerdo que la mujer que tienes está limpia de culpas, pero tu castigo ya se ha ordenado y has desobedecido, por lo cual, ella debe morir.

Aeolus saca su espada de manera amenazante blandiéndola ante los Dioses.

— Eso no lo permitiré, si lo hacen, me revelaré, destruiré el Jardín, permitiré el ingreso libre del hombre, así que deberán deshacerse de mí también.

— Eso no lo harás Guardián, pero la decisión está tomada y el verdugo está aquí.

Sale de una esquina un semidiós al igual que Aeolus. El verdugo se arrodilla y muestra sus respetos a los Dioses.

— Mis señores, estoy aquí para cumplir la misión que me impongan.

— Busca y encuentra a la mujer de Aeolus— imponen los Dioses— cuando lo hagas, ejecútala y tráenos su cabeza, de esa manera el Guardián entenderá cuál es su posición.

El verdugo se levanta y se dirige a la puerta donde lleva al portal del mundo humano, pero es detenido de manera amenazante por la espada de Aeolus, cerrándole el paso. Aeolus mira desafiante al verdugo y luego a los Dioses

— Tendré una batalla con todos, sé que es un agravio, pero ustedes me están obligando a defenderme— Mientras tanto, Aeolus esperaba que la conexión mental que realizó con Jadurus para ir al festival, estuviera aún activo, solo pensaba «Jadurus, esconde a Clara»

— Deja cumplir la misión del verdugo, tú debes permanecer aquí y pasaremos por alto tu insolencia— advertían los Dioses

Aeolus mira al verdugo

— Si sales de aquí, seré tu oponente y te mataré — dice Aeolus amenazante, mientras seguía pensando «Jadurus, por favor esconde a Clara, por favor protégela»

— Te ordenamos Verdugo realizar tu misión— dictan los Dioses.

El verdugo mira a Aeolus, y con gran velocidad sale a cumplir su misión. Aeolus sale rápidamente tras el verdugo sin escuchar lo que los Dioses decían. El verdugo tenía la misma velocidad que Aeolus, pero este se esforzaba para impedir que pudiera conseguir su tarea. Aeolus logra lanzar una estocada que el Verdugo trata de repeler, pero comienza a existir una guerra de espadas.

— Guardián— habla el verdugo mientras se defendía - no tengo nada en contra tuya, pero debo efectuar mi misión.

— Tampoco tengo nada en contra tuyo, no obstante te mataré si sigues con tu misión— decía Aeolus mientras atacaba, chocando espadas.

— Entonces debería matarte, sin embargo, primero cumpliré mi tarea y luego te ayudaré a morir.

El Verdugo salta hacia atrás y vuelve a correr rápidamente donde sentía la presencia de Clara. Aeolus seguía pensando, mientras corría detrás del verdugo. «Jadurus, no puedo retener al Verdugo, esconde a Clara». Después de un momento y de varios encuentros con el Guardián, el Verdugo logró confundir a su oponente y se alejó de él.

El Verdugo llegó a un área del bosque donde sentía la presencia de Clara, pero no lograba visualizarla, solo había varios animales con las patas sucias y la tierra removida, como si se hubieran revolcado en ella. Al llegar el Verdugo, inmediatamente saltó Lita para morder sus tobillos, pronto varios otros se unieron al ataque, lo que distrae al Verdugo y comienza a apartarlos, luchando con estos animales con el cuidado de no matarlos. Sin que se diera cuenta de que el Guardián lo había alcanzado y lanzó una estocada mortal. El Verdugo ve al Guardián por un momento, luego suavemente su cabeza se desprende de su cuerpo. Aeolus estaba jadeando, pues corrió desesperadamente después de perder de vista al Verdugo. Le hace respirar aliviado ver que no encontró a Clara.

Luego de la caída del Verdugo, todos los animales se dirigieron a escarbar la tierra de manera rápida.

— ¿Qué sucede? — pregunta Aeolus.

— ¡Aeolus ayuda! — le grita Jadurus— enterramos a Clara aquí— Le decía esto mientras seguía escarbando.

Aeolus se abalanza al lugar y comienza a escarbar con las manos junto con los animales, se dio cuenta de que tenía una pequeña rama hueca que le permitía respirar, así que removió la tierra hasta que pudo observar su rostro.

Clara al tener el rostro libre toma una bocanada de aire y trata de salir del lugar. Luego de un rato de escarbar, Clara logra salir, se encontraba muy sucia, pero Aeolus estaba dichoso de que el Verdugo no lograra cumplir su misión. Aeolus mantenía abrazada a Clara y mira a Jadurus.

— ¿Me escuchaste? ¿Escuchaste que te pedía esconder a Clara?

— No, no he escuchado nada... pero sentía muy dentro mío que los Dioses vendrían por ella, así que todos decidimos ayudar para ocultarla.

— Gracias por su ayuda— Aeolus mira a todos— los he decepcionado, pero, aun así, siguen siendo mis amigos.

Lita venía cojeando por lastimarse las patas al tratar de escarbar rápido

— Guardián, siempre nos has ayudado y no podemos juzgarte por un solo error. Aunque yo en realidad lo hice para ayudar a Clara.

— Esto aún no termina— Aeolus mira a Clara— tenemos que terminar con esto ahora.

— Y ¿Qué vamos a hacer? Los Dioses ya han tomado su decisión.

— Aun así, seguiré insistiendo y tú vendrás conmigo.

El Jardín de la InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora