Capítulo 19

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Aeolus continuaba narrando las historias de Dan.

— Cuando creció le gustaba mirar a otros niños que jugaban en Zartia, pero una regla sagrada que siempre siguió, fue que jamás podía ser visto por otro humano mientras estuviera en el Jardín. Los animales fueron sus amigos y jugaba con ellos a diario, y a su vez, ellos le enseñaban, de la misma manera que te enseñan a ti.

Clara sonreía mientras escuchaba su historia, podía imaginarse perfectamente como era y comenzó a olvidar lo que vio durante aquella noche.

— Pero él ¿desarrolló el aura Maligna? – preguntaba Clara

— Mientras el humano viva en el Jardín, su corazón se mantiene puro – contestaba Aeolus — Se me olvidaba algo importante, él tenía un buen amigo, tan cercano como tú y Lita, ¿te imaginas quién era?

Clara lo mira extrañada y con expresión de sospecha.

— ¿Jadurus?

— Exactamente — sonríe alegremente Aeolus — en ese tiempo no era un viejo gruñón. Recién había tenido su primera camada de crías, era un pequeño conejo adorable.

— Me es muy gracioso que digas que Jadurus es un conejo adorable — Clara comienza a reír divertida.

— Se ha vuelto cascarrabias, pero sigue siendo adorable— Aeolus ríe a carcajadas —Prométeme que nunca le dirás que dije eso sobre él.

Clara sonriente asiente con la cabeza.

Aeolus sigue con la historia.

— Cuando creció más y tenía prácticamente 6 años comenzó a llamarme "Padre", si bien yo no lo era, él insistía en decirlo, su argumento era que yo soy el que cuidaba de él y, por lo tanto, era su Padre, es por eso que también lo llamé "Hijo".

Cuando Dan creció, cada vez tenía más preguntas que no podían responder los animales y Aeolus, ya que ambos aprendían juntos a ser hombres, pero Dan era un buen chico y le quería mucho.

Al ser un adolescente, Aeolus le enseñó el arte de manejar una espada, y creó una para él. A diario practicaban y esto mantenía divertido y distraído a Dan.

Los años felices pasaban rápido para Aeolus, pero Dan se convirtió en hombre y comenzó a sentirse solo. Miraba a los Zartianos, especialmente a las jovencitas y le preguntaba a su Padre si él alguna vez podría tener una mujer. Él quería tener descendencia, como todo mortal. Era algo que Aeolus no entendía en ese momento y no podía ayudarle a cumplir ese deseo dentro del Jardín, así que le otorgó permiso, para que pueda salir y relacionarse con otros.

Dan salida todos los días del Jardín y regresaba durante las noches con Aeolus. Antes de dormir, Dan le contaba lo que hacía y a quién había conocido. Luego Dan le informaba a su padre que se ausentaría por un día, sin que llegara a dormir. Luego sus ausencias aumentaron, pasaba más días afuera, esto era señal que pronto abandonaría definitivamente el Jardín para realizar su vida.

— Me resistía a la idea de que él se fuera, pero no podía retenerlo y como ciclo natural de la vida, el hombre tiene que dejar la casa de sus padres para buscar su propio camino – Aeolus habla de manera triste.

Dan, llega un día donde su Padre, para contarle que fue aceptado para formar parte del ejército imperial, gracias a las habilidades con la espada que fue cultivando con Aeolus desde pequeño, esta era una buena oportunidad para tener una vida, con un salario suficiente que le permitiría mantener a una familia. El día de la despedida, Aeolus supo lo que era la tristeza, pero a su vez, estaba feliz por su hijo, le permitió llevarse lo que quisiera del Jardín, para que así pueda tener un buen pasar económico con los humanos. A su vez le advierte, que ya no podrá regresar al Jardín. Dan se despide de los animales, de Jadurus y abraza afectuosamente a su Padre, le agradece por todo lo que hizo por él, por salvarlo y por hacerlo el hombre que era.

La partida de Dan fue un duro golpe en las emociones del Guardián, no solo él se lamentaba, Jadurus también se sentía abandonado y este por mucho tiempo decía que Dan no los quería lo suficiente, si fuera por eso, nunca se habría marchado.

Los años pasaron y Aeolus volvió a sentirse solo, tenía la compañía de Jadurus, quien con el tiempo se volvió su amigo y entre ambos compartían su dolor y los buenos recuerdos de Dan.

El Jardín de la InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora