Capítulo 60. FIN

968 98 8
                                    

Era una tarde soleada, pronto serían las festividades del día de los Dioses y del Guardián del Jardín de la inocencia. Zartia estaba de fiestas y sus calles estaban abarrotadas de turistas.

Mientras tanto, en una casa central de la ciudad, un matrimonio esperaba la llegada de su primer hijo.

Aeolus estaba al lado de su esposa, sentado en el borde de la cama, tomando de su mano, ya que ella realizaba muecas de dolor.

— Clara, ¿Que tienes? ¿Te duele mucho?

— Sí, duele demasiado - responde Clara, quien había iniciado con contracciones que aumentaron de intensidad.

La partera revisaba su condición y le habla a su esposo, quien estaba notoriamente preocupado.

— Aún falta un poco, así que puede quedarse con ella hasta que comience el parto.

Aeolus estaba intranquilo y en extremo ansioso, preguntaba todo lo que estaba ocurriendo, hasta que para las mujeres en la habitación comenzó a ser molesto.

— Ya muchacha, estás lista y usted señor tiene que salir - anuncia la partera

— Yo me quedo - responde Aeolus

— Por lo general los hombres deben salir y esperar afuera - insistía la madre de Clara.

— Además, nos incomoda y está poniendo nerviosa a la madre, por eso los padres salen de aquí - concluía la Partera

— Ya dije que yo me quedo - Aeolus lo vuelve a decir con mirada amenazante.

Clara estaba sudando y el dolor era insoportable, sabía que Aeolus insistirá en quedarse y no deseaba escuchar una discusión en ese momento, así que le grita de malhumor.

— ¡YA AEOLUS, SALE DE AQUÍ!

Aeolus sale inmediatamente después de la orden de Clara y cierran la puerta tras él. Estaba nervioso, las cosas que le decía Lita sobre los partos de los zorros no mejoraban su imaginación.

— Ven siéntate - le invita Jorge, quien estaba sentado al lado de una mesita bebiendo vino - pensé que al ser un semidiós serías distinto, pero todos los hombres que seremos padres nos pasa lo mismo, por eso nos quedamos aquí afuera, bebiendo vino o fumando un tabaco. Creo que sería bueno que bebas vino.

Aeolus acepta la invitación. Si bien no le gustaba la presencia de este hombre, estaba agradecido de tener compañía que le distraiga, así que se sienta a su lado y comienza a beber vino, mientras escuchaba lo que le decía su suegro.

— Esto puede durar bastante tiempo. No te asuste cuando comience a gritar, lo hacen para liberar las tensiones.

Pasado los minutos, Aeolus escuchaba los quejidos de Clara por el dolor, estar afuera sin poder hacer nada era una sensación extraña, pero miraba al hombre a su lado que no se inmutaba.

—¿Tu mujer le pasó lo mismo? - pregunta Aeolus, sirviéndose más vino en su copa y bebiéndolo apresuradamente.

— Ah sí, pero ella gritaba más, Verónica realmente lo está haciendo muy bien. Cuando esperaba afuera por el nacimiento de mi niña, sudaba mucho y bebí demasiado vino, al final no conocí a mi hija hasta la mañana siguiente porque me emborrache, así que no bebas demasiado y no te asuste cuando salga Felicia corriendo con sábanas manchadas con sangre, es normal.

Más temprano que tarde, Aeolus ve cómo Felicia salía apresuradamente de la habitación con sábanas manchada de carmín y regresaba con más agua. Lo que el hombre le decía al menos lo calmaba y estaba agradecido que estuviera ahora con él, para aliviar su angustia.

El Jardín de la InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora