Capítulo 4

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Cuando me di la vuelta vi a una señora de unos 50 años, vestía bastante elegante, y estaba recargada en el marco de la puerta de la cocina. Me miraba fijamente y lentamente empezó a caminar hacia mí, observándome de arriba a abajo.

¿Pero qué le pasa a esta mujer?

-Buenos días señora-

-¿Tu eres la que busca el puesto de cocinera?- Pregunta con tono amargo.

-A...Así es- Maldita sea, yo y mis nervios.

Me empezó a mirar de nuevo de arriba a abajo –Sígueme- Salió de la cocina y se dirigió hacia un pasillo pasando la sala, abrió la puerta al final del pasillo y llegamos a lo que parecía ser una biblioteca, contaba con un escritorio y un par de sillas frente a este.

-Siéntate- Dijo con el mismo tono amargo y serio.

Ella tomo asiento tras el escritorio y yo frente a este. Estaba más que nerviosa, empiezo a comprender lo que me dijo Noah y Hank.

-¿Cómo te llamas?-

-____ Dawson- Contesto con tono seguro, aunque por dentro moría de los nervios.

-¿Cuántos años tienes?-

-Tengo 21, estoy a un par de meses de cumplir 22-

-Eres muy joven... ¿Traes contigo tu curriculum?-

-Claro- Saco de mi bolso mi carpeta con mi curriculum y se lo entregué con la mano temblorosa, agradezco que no se haya dado cuenta.

Lo empezó a leer detenidamente, no puedo creer que todo lo que llevo de conversación con esta mujer haya sido tan amargo, no ha mostrado ni una pizca de amabilidad o modales, agradezco haber optado por vestir de mis mejores prendas formales. Después de unos minutos, ella levantó el rostro y cerró la carpeta.

-¿Con qué de Texas, eh? ¿Qué haces en esta ciudad?-

-Pudiéramos decir que estoy... Recomenzando-

Alzó una ceja y frunció el ceño un poco –Según esta información, no tienes ninguna carrera universitaria, ¿Cómo pretendes que te dé trabajo?-

-Estoy muy consciente de mi falta de estudios, pero me considero muy competente para el puesto que está solicitando-

-No me convences-

-Pídame que haga cualquier platillo, pruébelo y si no queda satisfecha, no insistiré más y me iré- Vaya, me sorprendo de la seguridad con la que contesté.

-Si tanto insistes, andando, a la cocina niña- Se levantó y la seguí a la cocina, antes de empezar a cocinar, necesito tomarme un tiempo para decir... que mujer tan amargada por dios.

-Cocina lo que sea, adelante- Dijo sentándose en una silla que estaba en la barra de la cocina.

Empecé a cocinar uno de los platillos favoritos de mamá, no éramos ricas pero he de admitir que a mamá le encantaba comer como reina, de ella aprendí todo lo que sé, tenía un sazón privilegiado, y creo poder decir que aprendí casi todo lo que ella sabía.

Empecé a cocinar ravioli relleno de salmón y queso mascarpone, trabajé de una manera muy eficiente y rápida y en menos de 40 minutos ya había terminado, le serví en un plato de la manera más limpia que pude a la señora, que a este punto, ni siquiera sé su nombre. Ella miró el plato y luego a mí.

Probó la pasta y se quedó pensativa durante unos segundos, no probó ni un solo bocado más.

-Bueno- Dijo poniéndose de pie- Como tú has dicho, si no quedaba satisfecha, te marchabas, así que, andando-

¿Es enserio lo que acabo de escuchar? Yo misma lo probé, no es por ser modesta, pero estaba perfecto.

-¿Cómo dijo?- Pregunte aun sorprendida.

-Dije, que no te quedas con el puesto-

Una vez más, ¿Qué carajo le pasa a esta mujer? No me dio ni una excusa, solo dijo no y ya está.

...

Solo una empleada | Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora