Último capítulo

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— Demasiadas emociones por hoy —digo agotado tomando asiento en la mesa que nos cedió Enrique en el salón de fiestas que alquiló para la ocasión.

— Sí —dice Brenda y en su voz hay algo extraño.

La miro y por más que sé que hay algo mal, no soy capaz de identificar qué sucede.

— ¿Brenda?

— Tenemos que hablar —me dice incorporándose.

Yo la sigo desconcertado hasta la terraza del lugar.

— Este casamiento me hizo pensar... Se veían muy felices juntos —murmura sentándose en el suelo y yo imito su acción.

— Espero que mis alumnos lleguen a ser tan felices como ellos —deseo en voz alta.

— Sí, yo también lo espero y en cuanto a nosotros —empieza señalándonos. Sonrío ante sus palabras, me gusta cómo suena el término "nosotros"—. ¿Qué sentís por mí?

Me atraganto con mi propia saliva y empiezo a toser para aclarar mi garganta y mi mente.

— No Simón, no fijas una convulsión de nuevo —exclama entre risas para aligerar el ambiente.

— Bueno... ¿Eh? ¿No es demasiado pronto para hacer esa pregunta?

— Si mal no recuerdo, dijiste que una semana es suficiente para conocer a una persona, y nosotros llevamos viéndonos desde hace más tiempo —me recuerda mirándome con atención.

— Ok, me atrapaste, estás en lo cierto. Esto es difícil porque ni yo mismo sé que siento, llevo tantos años solo que si me preguntabas esto hace algún tiempo te hubiese dicho que el amor no existía, que lo único real era la atracción. Pero estos últimos meses aprendí a ver el mundo de una nueva forma, las clases me ayudaron a entender la teoría de este sentimiento pero vos... Vos pusiste la teoría a la práctica —confieso.

Ella se sonrojó y decidió abrirse conmigo:

— Nunca fui buena para expresarme pero lo intentaré —dice tomando mi mano, y dirigiendo una corta mirada a la luna como para que le dé fuerzas— hace algunos meses iba a casarme con Segundo, sabía que no sería feliz pero estaba dispuesta a conformarme con eso porque creía que era lo que merecía, un amor a cuentagotas. Sin embargo, el universo me dio una segunda oportunidad, y en el momento en el que estaba a punto de cometer un gran error te envío para que me liberarás. Y lo hice, me alejé de Segundo y aunque él intento por todos los medios que cambiara me decisión, me mantuve firme y el universo, el destino, las casualidades o como quieras llamarlo te trajo hacia mí de nuevo.

Me sentí muy conmovido por sus palabras, la vi tan cerca pero a la vez tan distante por esos pocos centímetros que nos mantenían lejos. Sus ojos azules me devolvían la mirada y me dieron el valor suficiente para romper esa distancia.

Apenas toque sus labios, sentí que estaba en el lugar en el que me correspondía estar, en el lugar en el que quería quedarme para siempre. Sus cabellos rozaban mi cara embriagándome con su olor a vainilla y nuestros labios danzaban en una sincronía perfecta.

Llevaba tanto tiempo esperando este momento que puse una mano en su cintura para acercarla más a mí, pero ella se congeló al instante haciendo que me detuviera.

— ¿Qué sucede? —Le pregunto confundido.

— No, no puedo Simón, lo lamento de corazón pero no estoy lista para iniciar una relación, hay heridas que debo sanar, cosas que debo aprender, no puedo ignorarlas porque no quiero construir nada en una base inestable. Necesito tiempo —reconoce mientras una lágrima corre por su rostro antes de irse y dejarme sentado solo en medio de la oscuridad pues hasta la luna fue tapada por nubes de tormenta.

El animador de fiestas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora