Capítulo 12: La dejé morir.

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ESMERALDA.

Sé como todos me miran, esperando que diga algo pero no puedo. Esta mañana Teagan y Valden se han enfadado conmigo por no contarles que esta pasando, pero es que no lo se.

¿Nadie puede entender eso? No lo sé, lo siento pero también es frustrante para mí.

Llego a la oficina y otra vez solo está John organizando la pila de papeles en el sofá.

–Buenos días– se levanta cuando me escucha entrar –Espero que hayas descansado lo suficiente– asiento y sonríe antes de volver a sentarse y seguir con lo suyo –Hay mucho trabajo por delante–.

Me acerco y pongo en la mesa los informes sobre la nueva ruta que me pidieron la semana pasada. La temporada de caza se acerca, los comerciantes están a punto de llegar, necesitamos muchas cosas este año.

–Te lo agradezco, habríamos perecido de no ser por ti– asiento, voy a darme la vuelta e irme.

Las cosas están empezando a acelerarse, es lo normal en esta época. Sé que está muy ocupado pero...

–John– sé que no debería.

Se levanta del sillón y me mira tranquilo.

–¿Precisas mi ayuda?– espera paciente.

–Se que no debería, sé que yo solo sigo órdenes y ese es mi deber y lo hago con gusto– empiezo a ponerme nerviosa –Pero necesito– sin querer me muerdo la lengua.

Estúpida, torpe.

–¿Qué requieres?– se acerca –¿Qué es lo que te hace estar tan intranquila?– se preocupa.

–Estoy bien– le calmo.

–Si ese es el caso ¿qué sucede?– respiro hondo reuniendo valor.

–Antes de ayer era un volcán apunto de estallar y ayer desaparece– se gira incómodo –Nadie sabe que está pasando y tienen miedo por lo que puede hacer, yo sé que no hará nada precipitado pero...– suspira cansado –John ¿dónde está?– intento buscar su mirada.

–Ambos estuvimos de acuerdo en que se fuera al Foso hasta que volviera a ser ella misma– se pasa las manos por la cara.

–¿Fue voluntariamente?– me acerco intentando mirarle a la cara.

–No– reconoce –Pero después de destrozar algunas cosas pudimos tener una conversación adulta– se vuelve a girar hacia mí y sonríe con pena.

Entonces tuvo que partir una montaña para calmarse.

–Dejaré que vuelva cuando sepa que se ha calmado– pone su mano en mi hombro, después se gira hacia el sofá.

–¿Y la chica?–.

–Hemos enviado a alguien– se vuelve a sentar –Es de confianza, estarán bien– me intenta calmar –Pero necesito que prepares algo– duda un momento antes de volver a hablar.

–¿Para qué?–.

–Para esconderla– ¿qué? –Encuentra un sitio seguro, no podemos permitirnos que vuelvan a encontrarla– pero... eso no es lo que quiere.

Le miro sin poder creerme que me planteé una traición. Retrocedo negando.

–Por favor– me mira suplicante –Se que ahora no lo comprendes pero necesito que confíes en mí– nunca me había pedido algo así –Las cosas van a cambiar y no para mejor– John me ha ayudado mucho pero yo no puedo hacerle esto –Necesito que me ayudes a esconderla, por favor– siento una presión en el pecho con sus ojos mirándome así.

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