Capítulo 17: Un trozo de algo.

26 4 7
                                    

MARK.

Irlanda era bonita. Muy verde.

Acabamos en un pueblo perdido en alguna parte del norte, donde el sol salía poco y llovía mucho. Hacía mucho más frío de lo que yo estaba acostumbrado, la gente era un poco reacia a nosotros. No es que no fueran amables, es que no eran muy confiados.

¿Quién podría culparlos?

Alan y Abie nos recibieron mucho mejor de lo que me imaginaba, los dos parecían aliviados pero más que nada estaban contentos de volver a vernos, Abie miraba a Elliot como si fuera una estrella de cine, lo que solo le hacía aumentar su ya grande ego.

Allí éramos primos, me sorprendió que siguiéramos siendo nosotros, es decir, habíamos conservado nuestros nombres. Un trozo de nuestras antiguas vidas seguía intacta y no sabía si sentirme aliviado o decepcionado, así que solo intenté ignorarlo.

Elliot, como no, se adaptó bien, ya había hecho amigos, Elizabeth parecía muy contenta en su voluntariado en la guardería del pueblo, Mónica ayudaba a mamá con las cosas de la nueva casa, Luther estaba pensado en trabajar en el taller del pueblo de al lado y papá había empezado a hacer ejercicio al aire libre. Decía que cómo ya no tenía que trabajar para mantener una casa podía relajarse, como una jubilación anticipada.

Era un poco raro verlo tanto tiempo en casa. No íbamos al instituto, Esmeralda nos esperó y vio llegar, nos dijo que si todo iba bien iríamos el año que viene si queríamos, pregunta qué ni mamá y papá ni los tíos de Elizabeth nos dejaron contestar.

Yo había encontrado un sitio agradable donde la gente no iba y no tenía que ser lo que no era, no tenía que ser nada. Siempre iba con un libro, no tenía nada mejor que hacer. Como no nos habían dado móviles ni nada de eso solo tenía un walkman de esos viejos para escuchar música, me dejaron un CD en la tienda de WH Lynn, seguro le dio pena a esa señora cuando me escuchó decir que no tenía amigos.

Un poco más lejos de lo que estaba el campo de fútbol entre dos árboles, alguien había intentado hacer una casa del árbol, no era preciosa ni perfecta pero cubría bien de la lluvia y eso era más que suficiente para mí. Solo tenía un libro y un poco de música celta, solo eso y me conformaba.

Vivíamos en la calle O'Carolan Dr, junto a nosotros estaban maestros "primos", la casa estaba llena de libros, era una casa bonita y algo más pequeña que la anterior pero no estaba mal.

–¿Otro libro?– mamá me pilló cogiendo otro después de dejar el anterior.

–Si– intenté sonreír.

–¿Por qué no..?– se acercó –Esta vez vas con tu hermano e intentas hacer algún amigo– cogió el libro de mis manos –¿Eh?– sonrió con dulzura al peinarme con los dedos de una mano.

No dije nada, no quería tener que explicar nada como si hubiera hecho algo malo o poner excusas que no explicarían como me sentían de verdad. Solo asentí y sonreí con la boca cerrada, como si no pasara nada.

–Pásatelo bien– me besó en la frente y me fui.

No fui a buscar a Elliot y sus nuevos amigos, no fui a saludar a Elizabeth como casi siempre hacía, no, me fui solo para estar solo.

Llegué a la casa del árbol, me senté con las manos metidas en los bolsillos, sin música ni mi libro, solo podía pensar, así que me dejé caer hacia atrás apoyando mi espalda en la madera fría mientras mis piernas colgaban.

¿Por qué no podía estar solo?

Porque yo no lo sentía así.

¿Estaba mal que estuviera solo?

BienvenidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora