sɪᴇᴛᴇ

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Había tenido una pesadilla sumamente horrible. Un sueño muy oscuro, viscoso. No me acuerdo muy bien. Lo único que recuerdo de aquella pesadilla es una sensación aciaga. Y el punto álgido del sueño, desperté. Desperté un momento a partir el cual, de haber permanecido solo un instante más sumergida en el sueño, quizá ya no hubiese podido retroceder.

Me desperté súbitamente, como si algo me hubiese arrastrado de pronto hacia atrás. Después de abrir los ojos, permanecí unos instantes jadeando de dolor. Tenía las manos y los pies dormidos, paralizados. Me quede inmóvil por un tiempo, oyendo cómo resonaba el eco ampliado de mi respiración, igual que si yaciera en el interior de una gruta.

Había recordado lo que había pasado hace unas horas, papá, una cadena y yo en el suelo.

<<Ha sido un simple sueño>>, pensé. Aún tendía de espaldas, quita como una roca. Espere a que mi respiración volviera a la normalidad. El corazón me latía con furia y, para enviarle sangre con celeridad, los pulmones se hinchaban y deshinchaban como un fuelle. Sin embargo, a medida que transcurrían los minutos, la amplitud de las contracciones fue reduciéndose lentamente, poco a poco.

¿Que hora será?, pensé. Quise mirar el reloj que tenía frente mío, pero no pude destinguir bien ya que tenía la vista borrosa. Tuve, en aquel instante, la sensación de que algo aparecía, de repente, frente mío.

Una vaga sombra de color negro. Contuve mi aliento y la respiración que latía a mil por horas por el nerviosismo que esa sombra me causaba. Mi corazón, mis pulmones se detuvieron: por un instante, todo se congelo en el interior de mi cuerpo. Agucé la vista, apunte con los ojos hacia la sombra.

En cuanto fije la mirada, la sombra, deprisa, como si fuera incapaz de esperar un instante más, empezó a tomar una forma clara.

Era papá.

Papá permanecía de pie, inmóvil, a unos cuantos metros de distancia mío. Sin decir nada, mantenía su mirada penetrante clavada en mi rostro. Pero su rostro carecía de expresión. No intento decirme nada. Estaba vacío como un agujero.

—¡QUE ES LO QUE QUIERES!— dije forcejando la cadena. —¡DEJA DE TORTURARME!— grite con lagrimas ya recorriendo mi mejilla y no tratando mi cuello.

—Deja de forcejear, vas a lastimarte más— dijo tranquilo.

Soltaba sollozos, papá me veía atento a cada movimiento que hacía, vi sacar de su manga una pistola a lo cual el apuntó hacia mi.

-No, por favor no, no dispares— sollocé y sin más disparó.

<<Esto es un maldito sueño>> volví a pensar. <<Del sueño he despertado>> pero lamentablemente estaba en el sótano. Y no es que este medio dormida, he abierto los ojos de golpe. Así que esto no es un sueño. Esto es real. Intente moverme, pero por más fuerza que acopiaba, no lo obtenía, estaba completamente débil. Ni siquiera pude mover un solo dedo. De pronto, al descubrir que estaba totalmente paralizada, me exalté de terror. Era un terror ancestral, parecido a un aire frío que ascendiera en silencio desde el pozo sin fondo de la memoria. Aquel aire frío penetró hasta el más allá de mi ser y causó que mi cuerpo tuviera "Una corriente eléctrica" por así decirlo.

Quise gritar. Pero no logré emitir ni un solo sonido. Ni siquiera fui capaz de mover la lengua.

Cerré los ojos y grité con todas mis fuerzas. Pero el grito no llegó a materializarse. La lengua no logro hacer vibrar el aire. Como si estuviera muda. El grito de limito a reverberar sin sonido dentro de mi. Aquel grito mudo recorrió el interior de mi cuerpo, hizo que mi corazón dejara de latir. Mi mente quedo momentáneamente en blanco. El grito penetro hasta el último rincón de mis células. Dentro de mi, algo murió, algo se fundió, algo estalló. Como si fuera el destello de una explicación, aquella vibración vacía al uno de raíz la mayor parte de mi existencia.

No me destruyas | hyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora