No me destruyas | hyunjin

ᴠᴇɪɴᴛɪɴᴜᴇᴠᴇ

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Estábamos a unos cuantos metros de distancia, el se sorprendió al verme varada en medio de toda esta tormenta, empapada y más cuando se dio cuenta de que estaba llorando.

—Lorraine...

Empecé a negar con mi cabeza, su expresión había cambiado. Rápidamente se acercó a mi.

—Hyunjin yo... yo no se que dec-

Fui interrumpida ya que me había envuelto en un gran cálido abrazo, más bien eso no fue para nada cálido, estaba empapada pero el, el hacía que me sintiera de esa manera.

Nos separamos del abrazo y limpio mis lágrimas que se camuflajeaban con las gotas de la lluvia.

—No quiero estar en casa Jinnie...

Sonrió con dificultad y me tomó de la mano.

—Vamos...

Hyunjin pasó su brazo por mis hombros haciendo que me apegara más a el. Yo... yo me sentí diferente al estar a su lado, como, como una conexión, nunca me había sentido así, ni estando con Félix me había sentido de esa manera.

Caminamos durante unos cuantos minutos y llegamos a una linda casa, suponía que el vivía solo, nunca supe de su vida con sus padres y no me atrevía a preguntar, no quería arruinar nuestro momento.

Sacó sus llaves y abrió la puerta de su casa, bueno en realidad no se si sea su casa, los dos estábamos muy empapados, me quede en la entrada de su casa, no quería entrar y arruinar su lindo piso.

—¿Que haces ahí parada? Entra— me tomó de la mano e hizo que pasara. Empecé a temblar por el frío que tenía, mis lagrimas habían parado.

Hyunjin desapareció por algún lugar de la cómoda casa, yo solo me quede parada abrazándome a mi misma.

Segundos después, el apareció con una toalla en sus manos y un conjunto de ropa.

—Ten, puedes usar el baño de arriba, yo me baño en el de acá abajo— me extendió los productos, yo solo sonreí y los tomé.

Pase alado de el para dirigirme al baño pero el habló.

—Lorraine— volteé a verlo. —Me aseguré de que no hubiera cosas filosas con las que te pudieras cortar...— tronó los dedos de su mano. —Es seguro— sonrió.

Asentí levemente y le volví a dedicar una sonrisa sin dientes. Subí al baño y le puse seguro a la puerta, deje la toalla en la tapadera del retrete y me vi al espejo.

Empezaron a salir las lágrimas como si yo estuviera programada para hacer tal acto, no quería bañarme, ni quería que ardiera, no otra vez. Me quite la ropa mojada dejándome en ropa interior, me quite el brazier y seguido el calzón, le abrí al agua caliente y espere a que se calentara.