Capitulo 11

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Lamai cuando estuvo lista para ir a la cama pidio a su tío Gulf que fuera el que la acostara, y se quedara con ella hasta dormirse; la niña no se habia despegado de él, lo habia extrañado demasiado esos dias que no estuvo en casa, el castaño les había dado su espacio sabía cuánto su sobrina lo había hechado de menos y por ello se había ido a su habitación.

Cuando por fin la pequeña se durmió Gulf fue capaz de levantarse e irse al encuentro de Mew para darle su regalo, que sabiendo que quizás no tendría tiempo para cambiarse se lo había puesto antes de salir hacia el aeropuerto, pero lo que no espero fue que al cruzar la puerta y cerrarla con seguro, Mew lo hubiera tomado de la cintura empujándolo contra ella.

El hombre ya se había contenido bastante por la presencia de la niña, pero allí dentro de esas cuatro paredes solo eran ellos dos, por lo que apenas lo vio se abalanzó hacia el y comenzó a besarlo con la pasión que se había contenido durante los días de ausencia, bajando besos a su cuello sacándole suaves gemidos al pelinegro que estaba fascinado con lo que estaba haciendo su esposo.

Inmediatamente después el castaño lo arrojo contra la cama y se quitó su propia camisa, haciendo que Gulf sacará su lengua para remojar sus labios, como había extrañado esa vista que no había tenido en varios días; Mew lo miraba como todo un depredador quería comerse a su esposo, pero antes tenía unas cosas que aclarar.

Por ellos se fue acercando lentamente al pelinegro hasta que quedó encima de el y se fue aproximando a sus labios, pero antes de que hicieran contacto se desvío hasta su oreja y le pregunto:-¿Que hacías ayer en la noche cuando te llame?- para proceder a morderle el lóbulo de la oreja una zona muy sensible para su esposo.

-¿Tu... Tú me llamaste?- le devolvió la pregunta mientras contenía sus gemidos, pues Mew no le había dado tregua y seguía repartiendo besos por detrás de su oreja y parte de su cuello.

-Si lo hice, pero por lo que veo tu amiga Yaya no te dijo nada pero conmigo si fue muy habladora-le dió un nuevo beso en su cuello para agregar -Me dijo algo... Cómo que  mi esposo estaba con unos estrippers... ¿Que me puedes decir sobre ello?- terminó Mew mirándolo a la cara.

Ante esas palabras el pelinegro se sonrojo recordando el músculoso stripper que le había bailado con una diminuta tanga y un gran paquete que le restregó cada vez que tuvo oportunidad, él no quería que su esposo se enterara de eso se supone que lo que se hace en las Vegas se queda en las Vegas, aunque el no hizo nada por lo que avergonzarse, era conciente de lo celoso que es Mew y al oir esas palabras y la manera como lo estaba tratando estaba seguro que lo esperaba una larga noche.

-Amor te juro, que no paso nada y las cosas son menos pervertidas de lo que pudo imaginar esa cabecita tuya- trato de tranquilizarlo atrayendolo contra si para darle un beso al cuál el castaño no se negó.

-No creas que con eso beso se me olvidó  que estuviste en las Vegas... subido a un escenario con un stripper bailandote, quiero una explicación.

-Boo era la despedida de soltera de Pineare y la subieron al escenario como las otras noches, yo me había estado negando a participar pero esa última noche me empujaron hacia el escenario, era el único que no había subido...

-Pudiste poner más resistencia- intervino Mew mientras comenzaba a quitar botón por botón la camisa del pelinegro.

-Lo se, pero al ver la cara de Pineare no pude negarme, yo solo me senté y dejé que hicieran su trabajo- contesto con un puchero queriendo que su esposo ya olvidara el tema y se concentrará en lo que estaban haciendo.

-No me convence... Pero lo dejaré pasar solo porque llevas puesto está preciosura que no deja nada a la imaginación - hablo Mew quitándole los pantalones y viendo los boxer de encaje que llevaba su esposo.

Ya No Somos Solo DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora