Capítulo 31.

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YoonGi está aquí.

YoonGi está aquí.

YoonGi está aquí.

Repetía JiMin en su cabeza. Incrédulo de estar mirando nuevamente aquél pálido rostro.

Para JiMin, YoonGi se veía como la última vez que habían estado juntos, como si todos esos meses no hubiesen sucedido, y, al mismo tiempo, el príncipe heredero parecía tan distinto. Aunque Minnie no podía precisar qué había cambiado, sentía que el peliazul portaba algo diferente.

El ojigris deseaba tener tiempo con YoonGi, quería decirle que lamentaba profundamente la forma en que se habían separado, hablarle sobre cómo se había escondido cuando el peliazul estuvo de visita en Hikari, quería rogarle un perdón que sabía que no era justo, anhelaba pedirle al príncipe heredero de Moon que le mostrara que las pesadillas de JiMin no eran más que eso, malos sueños hechos por su mente cansada, y por encima de todo, Park JiMin ansiaba escuchar que Min YoonGi lo amaba, que cada segundo que habían pasado separados se sentía una eternidad y que tenía que detenerse a sí mismo de buscarle porque en muchas ocasiones pensó que no podría sobrevivir solo un día más.

Porque así había sufrido JiMin.

Y no era que a Minnie le complacerla el sufrimiento de YoonGi, pero su corazón quería experimentar consuelo de los sentimientos del príncipe, puesto que si YoonGi había pasado por al menos la mitad de lo que JiMin, Park sabría que Yoon aún albergaba cariño por él en lo profundo de su ser.

Sin embargo, el rubio sabía que todo eran ilusiones sin sentido. Él había escuchado al hombre pelinegro, y aunque no poseía ningún conocimiento al respecto de cualquier plazo de tiempo establecido o algún acertijo mencionado, Minnie entendió que había llegado su hora de partir de este mundo.

JiMin realmente no quería morir, sentía que aún había demasiado por hacer, entregar a TaeHyung a HoSeok, como había prometido, vivir una vida tranquila con SungMin, mirar a su niño crecer y aprender sobre la vida, enseñarle a pelear y montar a caballo, observarlo hacerse mayor y formar su familia, pero aquello no podría ser.

Y no era que Minnie fuera un hombre pesimista, en cualquier otra circunstancia estaría seguro de su salvación porque confiaría en sus propias capacidades, pero desde que se había intercambiado a sí mismo por SungMin en aquel claro a los afueras del palacio de Hikari, JiMin se había sentido un inútil ocasión tras ocasión. Incluso en este momento crítico, Minnie no podía hacer otra cosa más que notar cómo ese hombre pelinegro se acercaba con un puñal perfectamente afilado con intenciones de apuntarlo a su corazón.

JiMin no logró evitarlo y robó una última mirada del príncipe heredero de Moon. Los dioses no habían sido tan crueles con él, porque si Minnie hubiese sido capaz de pedir ver a alguien antes de abandonar el plano terrenal, una de esas personas sería Min YoonGi.

Aunque le hubiese gustado obtener una vista de su pequeño bebé por un instante, estaba realmente feliz de que se le concediese la oportunidad de estar tan cerca de su único amor romántico. JiMin se permitió creer en sus últimos momentos que la mirada horrorizada en el rostro de YoonGi se debía a que el hombre se preocupaba por él y no quería que muriese. JiMin se llevaría felizmente ese pensamiento a la tumba.

Y así cerró los ojos, con una calma casi antinatural, esperando la muerte, a pesar de que todo pintaba a que sería dolorosa.

YoonGi se retorció en el lugar en que se hallaba cuando vió a SeungHeon acercarse a JiMin, tiró de las cadenas con toda la fuerza de la que era capaz, dejando fuertes marcas rojas con piel rota donde el metal de las esposas había hecho contacto, pero no consiguió desatarse. Múltiples "no lo hagas" y "¡detente!" salieron de los labios del príncipe heredero, pero SeungHeon siguió avanzando, a punto de enterrar con fuerza el arma.

El menos esperado -YoonMin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora