Capítulo 18.

109 27 13
                                    

En un principio, el dolor recorrió al príncipe heredero como una ola que todo lo arrasa, cada centímetro de su cuerpo fue castigado y casi se sintió sin respiración.

JiMin dijo que no.

Lo había hecho, ¡se había negado a su cortejo!

Y, por primera vez desde que tenía memoria, Min YoonGi no sabía qué hacer, él, que se caracterizaba por tener una fuerte entereza ante las adversidades, que era conocido entre su gente como un hombre fuerte y centrado, no hallaba ni una luz de claridad para sus acciones.

Por supuesto, el príncipe heredero jamás podría forzar a nadie a aceptarle, bien sabía cómo podría reaccionar su joven mayordomo si lo intentara, pero aún así, aún así... ¿Era eso todo? Se había preparado tanto, había luchado consigo mismo tan arduamente ¿para que sus sentimientos fueran desechados de aquella manera? JiMin no era ni remotamente responsable por las emociones de su príncipe, y de eso el peliazul, en un plano objetivo, estaba realmente consciente, sin embargo, en su corazón se batían en duelo la rabia y la tristeza, ¡JiMin no había considerado tan siquiera darle una oportunidad!

O... Tal vez... ¿Sería que el príncipe heredero no era suficiente hombre para Park? ¿Sería que hallaba a YoonGi falto de algo que otros sí poseían? Y si así era ¿qué le faltaba? ¿podría el príncipe obtenerlo, o en su defecto, compensarlo? ¿Y si no era ningún aspecto al final y JiMin simplemente no le quería? ¿Park JiMin sólo veía a su príncipe como un trabajo del que hacerse cargo? Después de todo, el mayordomo le había dicho desde el principio que su lealtad provenía de todo lo que la familia le había dado, pero en particular, del Alto Rey, quien le había llevado de su aldea pobre y destruida.

¿Era posible que todo estuviese en la cabeza de YoonGi? ¿Que el único capaz de enamorarse perdidamente del otro sólo fuera el príncipe?   

—¿Alteza? ¿Se encuentra bien? ¿Desea que busque al sanador?

La voz preocupada de JiMin sacó al peliazul de la bruma de terribles pensamientos en la que se sumergió, los grises ojos de Minnie le observaban cuidadosamente, tratando de entender qué pasaba en el interior de su príncipe, las manos del rubio se mantenían en pequeños puños, como si su dueño tratase de controlarlas para evitar que se extendieran y revisaran el estado de la persona frente a él y, a medida que el príncipe heredero demoraba en responder, más acentuados se volvían aquellos rasgos, volviendo a Park un joven ansioso que no sabía si debía correr a encontrar al curandero y dejar a Yoon allí a la intemperie o permanecer con él hasta que lo que fuera que sucediese, terminara.

No, esto no podía quedar así, YoonGi tenía muchas preguntas en la cabeza que casi lo volvían loco, pero encerrar aquellos cuestionamientos en su mente no iba a resolver nada, porque el único hombre que podía responder, en ese instante estaba dándose media vuelta para lanzarse al interior del palacio, seguramente a llamar a gritos a un soldado que corriese con urgencia donde DongHae, el sanador.

YoonGi le tomó del brazo justo antes de que se fuera, deteniendo su carrera explosiva, logrando que Park se tropezara y Min fuese obligado a tomarle de la cintura con las manos, evitando así una caída tal vez desastrosa. YoonGi, ni lento ni falto de inteligencia, estrechó sus brazos alrededor de JiMin, pegando su pecho a la espalda de su mayordomo, JiMin se tensó con la acción, pero no fue por molestia o incomodidad —notó el príncipe—, sino por nerviosismo, y la prueba de ello fue el violento sonrojo que cubrió el rostro e incluso las orejas del rubio, éstas últimas el heredero las podía ver y por ello dar cuenta de lo que sucedía.

El príncipe peliazul se regocijó con abandono en la reacción de JiMinnie, aquella no era una respuesta que cualquier individuo tendría ante alguien que no despertaba en lo más mínimo su interés.

El menos esperado -YoonMin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora