Capítulo 32.

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JiMin no pudo evitar dejar escapar un sollozo que fue apagado por los labios de YoonGi sobre los suyos, se aferró a los hombros del príncipe heredero por su vida, sintiendo ese beso como si aquella fuera la última cena y él desease saborear cada pedazo de alimento, para memorizarlo cuando todo se hubiese ido.

El peliazul no se quedó atrás, deslizó sus manos hasta la cintura de JiMin y allí lo estrechó contra él, tan apretado que una corriente de viento no podría haber atravesado entre ellos.

Se besaron por lo que a ambos les pareció una eternidad, pero que no fue más que algunos minutos. Tuvieron que retroceder uno del otro porque incluso si se creía que el aire era sobrevalorado, continuaba siendo muy necesario.

Príncipe y mayordomo se observaron al tiempo que jadeaban pesadamente, detallando el rostro contrario de cerca, sin soltarse y sin proferir sonido alguno, pues ambos temían que hablar pusiera distancia entre ellos nuevamente, un destino que ninguno quería.

Pero el tiempo no espera y JiMin y YoonGi sabían que tenían que buscar a TaeHyung y JeongSuk para salir del lugar, lo que sea que sucediese con ellos, debía ser atendido después. Al menos, aquello era lo que trataban de decirse a sí mismos.

Sin embargo, YoonGi odiaba profundamente la incertidumbre que podía percibir en los ojos de JiMin, no sabía qué pensamientos rondaban la cabeza de aquel ojigris, aunque sí poseía la certeza de que cualquier sensación de incomodidad e inseguridad por el futuro se debía en parte a él, el príncipe heredero de Moon, y no pudo detener la salida de las palabras que había guardado por tantos meses desde su último encuentro.

—Perdóname, JiMin.

El príncipe peliazul tomó las manos de Minnie entre las suyas y conectó su mirada con la del más joven, esperando que esto le mostrara al contrario su sinceridad, después, procedió a hablar velozmente, pero con firmeza.

—Sé que no tenemos tiempo para hablar sobre esto ahora mismo, sin embargo, quiero hacerte saber que he entendido lo equivocado que estaba, no eres un traidor, ni un mentiroso, sólo que yo era un ignorante obsesionado con sus propias creencias que se atrevió a alzarte la voz y a decir una sarta de estupideces como que cualquiera podría reemplazarte —Una de las manos de YoonGi soltó la extremidad contraria y se posó con delicadeza en la mejilla de JiMin—, necesito que sepas que en esta vida y todas las que nos siguen, nadie jamás podría ocupar tu lugar en mi interior. Incluso si volviese a nacer y no pudiera recordar tu rostro, sé que no podría estar con otra persona, y que no alcanzaría mi felicidad si no es contigo, condenándome a una vida de miseria con tu ausencia tal cual he estado haciendo en todo este tiempo lejos de ti. Por favor, JiMin, te lo ruego, necesito que creas mis palabras.

Una lágrima de alegría se asomó en la comisura del ojo derecho de JiMin, a punto de caer de no ser por el pulgar de YoonGi, quien la limpió con delicadeza.

—Y por último, amado mío, deseo de todo corazón que tengas la certeza de que no odio a tu hijo, SungMin es, como mi padre y tú dijeron, una bendición de los dioses que nos han mostrado su favor, y, si me lo permites, me gustaría criarlo contigo.

JiMin quedó anonadado al punto de ser incapaz de formar palabras, mucho menos frases coherentes, YoonGi le estaba entregando en bandeja de plata lo que soñó desde antes, incluso, de partir de Hikari luego de su pelea, y, llegados a este punto, casi parecía otra ensoñación más, hacía a Minnie llegar al extremo de preguntarse si al final estaban ambos muertos y por una casualidad del destino, habían terminado juntos en el más allá.

El menos esperado -YoonMin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora