Capítulo 25.

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JiMin no podía recordar la última vez que realmente había llorado.

No el derrame de lágrimas silenciosas, no el sencillo llene de los ojos con agua que tal vez no caería, no.

Él se refería al llanto en el cual sollozas a cada momento, ése donde tus quejidos estremecen tu cuerpo y cada sonido que emites con los labios transmite tu dolor, él se refería al tipo de llanto en el que te abrazas a ti mismo porque sientes tanto vacío que consideras que nunca podrás cubrir el espacio que quedó en tu corazón, ese lamento donde los ríos que recorren tus mejillas sólo cesan cuando estás demasiado agotado para continuar, y escapas con gozo al mundo onírico.

Ése fue el llanto que sufrió JiMin recostado en su fría cama la noche que Min YoonGi anuló su compromiso con él.

A la mañana siguiente, el rubio abrió los ojos pesadamente, para cerrarlos enseguida y cubrirse con las palmas de sus manos contra la luz del sol. Su cabeza palpitaba con mucho dolor, como si la noche anterior hubiese bebido en exceso la cerveza de sabor horrible del burdel del pueblo cercano y estuviera padeciendo las consecuencias de la madre de las resacas.

Desafortunadamente, Minnie siempre había sido demasiado realista para su propio bien, y sabía el verdadero motivo de su dolor. No es que su cuerpo le permitiera olvidarlo, pues persistía la fuerte sensación en su pecho de que un pedazo de su alma había sido arrancada cruelmente de él.

¡Dioses, el maldito sol!, pensó irritado, parecía particularmente brillante esa mañana, con los pájaros cantando alegremente, como estando felices de su simple existencia, ¿por qué no simplemente se largaban con sus detestables sonidos a otra parte? Había muchísimas personas en ese ridículamente enorme castillo para que fastidiaran las aves.

Park miró hacia afuera y, a través de la posición del gran astro, determinó que era tarde según su rutina común, sin embargo, no pudo reunir dentro de sí la sorpresa o la urgencia que en otras circunstancias le hubiesen obligado a comenzar su día con velocidad.

Puesto que, de hecho, en aquellos momentos, no conocía nada sobre sus obligaciones actuales, aunque cada palabra pesara como una maldita herida abierta, el príncipe heredero había deshecho su compromiso y, con ello, JiMin había quedado libre de continuar con su asistencia y aprendizaje para encajar adecuadamente con la realeza. Por lo tanto, Minnie supuso que volvía a ser un mayordomo de escuadra, sin embargo, sin príncipe asignado, pues no pensaba que el peliazul desease verlo todos los días y Park estaba absolutamente seguro que él no quería volver a su estatus de sirviente directo del heredero, había demasiadas situaciones de fuerte carga entre ellos.

Durante un corto segundo, el rubio quiso retroceder en el tiempo y detenerse a sí mismo de aceptar el jodido cortejo, decirse que era un error y que lo lamentaría más que cualquier otra decisión que hubiese tomado en su vida, pero no pudo, no era capaz de menospreciar las maravillosas sensaciones de las cuales había sido objeto, cada momento precioso vivido entre ellos, las caricias y las palabras.

¿Por qué tenía que ser así?

El pensamiento lleno de lamento lo molestó con fuerza, y su sentimiento de ira sólo se elevó al darse cuenta de que nuevamente se hallaba llorando. JiMin se secó las lágrimas con el dorso de su mano bruscamente, no tenía caso llorar sobre las vajillas rotas, YoonGi no lo amaba más, y aún si lo amara, el príncipe heredero había expresado claramente su ansia de mantenerse alejado de él, porque la confianza entre ellos había sido aniquilada.

No importaba que el estúpido corazón de Minnie palpitara con la esperanza dolorosa de que aún se pudiese salvar su relación. La esperanza no había mantenido a su madre o a JiHyun vivos, la esperanza no le había devuelto a su padre ni había hecho que su tío no los golpeara a él y a su hermano menor, y la esperanza, ciertamente, no iba a hacer que Min YoonGi revocara su decisión.

El menos esperado -YoonMin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora