Estaba esperando a que Adam llegara a mi casa para poder hacer el trabajo juntos. Recogí un poco mi habitación por vergüenza a saber lo que diria de mi desorden.No había nadie en mi casa así que esa es la única razón por la que le había invitado. Después de unos minutos picarón a mi puerta, supe que era el. Bajé las escaleras corriendo para no hacerle esperar mucho.
-Hola -saludé.
-Así que aquí vives -dijo mientras entraba- ¿Vamos a tu habitación?
Cerré la puerta, mientras le indicaba donde estaba mi habitación. Al entrar dejó su mochila en el suelo, se quitó los zapatos. Como vio que me senté en mi cama, él también lo hizo para así poder hacer el trabajo más cómodos.
- Así que esta es tu habitación... -dijo mientras se acomodaba a mi lado.
-Pues sí.
El estaba buscando información mientras yo la estaba apuntando en mi cuaderno. Estábamos los dos un poco incómodos, así que no sabía cómo romper el silencio.
-No fui por Paula -dije mientras me miraba a los ojos.
-¿Qué?.
-Me preguntaste antes porque el año pasado no asistí a clases -me puse más cómoda para explicarle mejor-. Paula era una chica de mi clase que no paraba de acosarme todos los días. Me tiraba las cosas de mi taquilla, me golpeaba, incluso a veces me ha seguido a mi casa.
Se quedó pensativo, no sabía que decir en ese momento.
-Joder... Lo siento.
-No pasa nada, intenté ocultarme de todos. No quise salir de mi casa hasta tal punto de no llegar a comer.
No sabia porque le estaba explicando todo aquello, solo me daba mucha confianza estar con el.
-Por suerte Paula ya hace tiempo que no viene a clases -seguí-. Eso explica mi aparición de nuevo en las clases.
Justo Adam iba a hablar cuando su móvil empezó a sonar.
-Lo siento, tengo que cogerlo. -sacó su móvil de su pantalón, resopló- Ahora no puedo Claudia...Sí, luego hablamos, adiós.
Guardó su móvil otra vez a su sitio de antes mientras se volvía a acomodar.
-Lo siento, era mi novia.
No sabia porque me chocó tanto esas palabras. ¿Porque? Sentí una fuerte presión en mi pecho, no sabía cómo reaccionar ante lo que acababa de pasar.
-No importa, sigamos con el trabajo.
(...)
-Pues ya hemos terminado -me tumbé suspirando.
Mientras Adam recogía sus cosas, se puso sus zapatos. Al levantarme, me dió una rampa en la pierna tropezandome. Adam se giró hacía mí para sujetarme antes de que cayera hacía el suelo.
-La próxima vez ten más cuidado -puso los ojos en blanco -no quiero que te pase algo mientras esté yo contigo, me sentiría culpable.
No sabía lo que acababa de pasar, ¿Porque me dijo eso? ¿Sentía lo mismo que yo en aquel instante? Tenía muchas preguntas, pero no quería ser pesada. Mientras abría la puerta, Adam ya estaba bajando las escaleras cuando casi me tropecé de nuevo por lo nerviosa que me sentía en aquel momento. Justo se paró enfrente mio y subió de nuevo las escaleras para ponerse de nuevo detrás mío. Sentía su respiración en mi cuello y sus manos poco a poco fueron cogiendome con cuidado de las piernas.
-Parece ser que para que no te hagas daño te voy a tener que coger -decía mientras me cogía.
Me subí y por inercia me agarre a su cuello con mis brazos. Comenzó a bajar las escaleras mientras seguía cogida a el. Era una sensación agradable, no sabía cómo explicarlo. Pasaron como unos segundos cuando llegamos abajo sentí como mis pies volvían a tocar el suelo de nuevo. Cuando llegamos a la puerta la abrí y antes de que saliera se paró enfrente mio.
-¿Me quieres acompañar? -preguntó.
Parecía que estaba a punto de llover, no se si me apetecía salir de casa, además, tampoco sabía dónde vivía, si su casa estaba cerca o no. Tampoco quería hacerle esperar mucho ya que estaba parado en mi puerta para saber mi decisión.
-Vale.
Me senté un momento para ponerme mis botas de antes. Me levanté y cerré la puerta con mis llaves. Al salir sentí una pequeña gota de agua caer en mis gafas, el también vio que comenzaba a llover poco a poco más. Seguíamos caminando sin mirarnos a la cara pero había muy poca distancia entre nosotros. Pasaron unos minutos cuando Adam se giró para verme y vió que me empezaban a molestar las pequeñas gotas que cada vez iban cayendo más rápido.
Me cogió del brazo y este comenzó a correr haciendo que yo también lo hiciera. No era muy buena corriendo, ya habéis visto cuantas veces me había tropezado en un mismo dia. Cada vez me estaba cansando más, aunque me gustaba como nuestras manos conectadas estaban juntas. Adam paró mirando a una casa bastante grande con unas ventanas que no dejaban ver lo que había dentro, aunque eran bastante grandes. Tenía muchos balcones y seguramente bastantes habitaciones.
-Ya hemos llegado -se quitó las bambas mientras tenía una pequeña sonrisa en su rostro- espero que no te haya echo correr mucho.
-No te preocupes -sentía que me faltaba el aire- por suerte ya hemos llegado.
Mientras me sentaba en el porche de su casa para poder descansar un poco, me miró, sabía que estaba pasando algo.
-¿Qué pasa? -pregunté.
-Veo como estas empapada, si quieres pasa, te dejo un poco de mi ropa mientras la tuya se seca.
-No hace falta -respondí mientras me volvía a levantar- pero gracias.
Me giré para volver a mi casa hasta que sentí unas manos rozar mi cintura.
-No era una pregunta cuatro ojos, es una afirmación -me atrajo más a el- no quiero que te vuelvas a caer o que te resfríes por mi culpa, así que entras hasta que se seque tu ropa.
No tenía otra elección que entrar, asentí.
...
Mientras entraba veía los cuadros colgados en las paredes, al final había un sofá con un televisor bastante grande. A los lados unos grandes altavoces y unas estatuas pequeñas encima de una estantería con plantas artificiales y unos libros que parecían ser de un idioma diferente.
Mientras me quedaba observando la casa, Adam se estaba quitando sus zapatos mojados.
-Ven, vamos a mi habitación -me llamó- te voy a dar una de mis camisetas para que puedas cambiarte.
No os voy a mentir, estaba un poco nerviosa. Nunca he estado en casa de un chico salvo mi ex novio. Cuando llegamos a la habitación me la esperaba peor. Tenía pósteres en las paredes, parece ser de una banda de música. La cama estaba desecha, con los cojines por el suelo y al lado una mesa con libretas.
Me giré cuando Adam estaba buscando una camiseta básica negra para darme.
-Toma -me acerqué a coger su ropa- en esa puerta tienes el baño, ahí te puedes cambiar.
Me giré dándole la espalda para adentrarme al baño a cambiarme.
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Desde entonces
RomansaMi primer día de instituto, nomás entrar por la puerta lo supe. Un chico alto, ojos claros (no sabría distinguir entre azul o verdes), pelo castaño, alto (medirá por lo menos 1,90). Con cruzar nuestras miradas lo supimos, estábamos hechos el uno pa...