Capitulo 4|Contradicciones

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Bajé las escaleras para dirigirnos a la cocina, me senté en una de las sillas mirando como Adam pedía por teléfono dos pizzas, mientras yo jugaba con mis propios dedos esperando.

-Una margarita y otra de cuatro quesos...Sí, perfecto, muchas gracias -colgó y me miró -ya está, en diez minutos vendrá.

Íbamos a pedir una para compartir pero no nos pusimos de acuerdo en cuál escoger así que decidimos cogernos una para cada uno. Mientras estaba sentada Adam dio la vuelta a la encimera para sentarse a mi lado.

-¿Aún sigue en pie la cita con mi hermano?

Mierda

No me acordaba ¿Era hoy? Bruno no me atraía nada, tampoco quería hacerle ilusiones al pobre chico, solo quería tener una "cita" si se le puede llamar así y olvidarme ya de la maldita apuesta que no tenía ningún sentido.

-Sí, pero solo será una vez, además es solo una apuesta, no es nada serio -contesté.

Soltó una carcajada mientras me miraba con cara seria ¿de qué se reía ahora? ¿Había dicho algo gracioso? Cada vez entendía menos a este chico...Cuando terminó de reírse le di un codazo.

-Ahh -se quejó- ¿Qué haces? Ahora me las vas a pagar.

Me cogió en modo que mirase hacia el suelo y agarró mis muslos, me tiró al sofá y comenzó a hacerme cosquillas.

-!Para! -chillé mientras intentaba agarrar sus manos pero fue inútil- ¡Por favor!

-Pídeme perdón y pararé -siguió haciéndome cosquillas con una sonrisa en su cara.

No podía hablar de la risa que tenía, intentaba coger sus manos o tirarme encima suyo pero no pude.

-¡Lo siento! ¡Pero para!

Justo paró y observé cómo estábamos, tumbada en el sofá y él encima mío con sus manos agarradas a mis caderas. No se escuchaba nada, todo en silencio salvo nuestras respiraciones agitadas. Nos estábamos mirando mutuamente, se sentía bien estando con él además que sentía una conexión extraña que con cualquier persona no la tenía. No quería estropear este momento, no quería arruinar nada. Me repetía a mi misma que tenía novia pero ¿qué podía hacer yo? Nadie puede controlar los sentimientos. Estaba pensando en que decir cuando fue él quien se adelantó.

-Estás roja.

No me esperaba eso. Después de esa respuesta me puse aún más roja. Me cogió de la barbilla con su mano para mírame y sonrió.

-No te avergüences, eres preciosa -me acaricio la mejilla.

No sabía que decir, solo estaba mirándolo a los ojos mientras me acariciaba la cara con sus bonitas manos. Estábamos tan bien así que nos daba igual todo, solo éramos nosotros dos, no pensábamos en nada, hasta que llegó el momento de despertarnos cuando el sonido del timbre sonó. Nos giramos los dos hacia la puerta.

-Será el repartidor de pizzas -se levantó del sofá para dirigirse a buscarlas-vuelvo en un momento, si quieres ves dentándote en la mesa.

Lo dijo con un tono tan seco que me sorprendió ¿qué había echo mal? Aunque...lo entendía, tenía novia y yo no era nada. Me sentía extraña, nunca había sentido esta sensación de querer desaparecer y de sentirme despreciada. Tardó poco en aparecer con una caja en la mano.

-Aquí tienes, ten cuidado que quema -me la dejó en frente para que pudiera abrirla- al chico se le ha olvidado traer la otra, tendremos que compartir una.

Al abrir la caja observé que era la pizza de cuatro quesos, la que él había pedido, a mi no le gustaba.

- Es de cuatro quesos, esa es tuya, a mi no me gusta -contesté mirándolo a los ojos- cométela tú.

Me miró fijamente, sus labios eran una línea que no podía descifrar lo que pensaba.

-No voy a dejarte sin que comas nada -se acercó a mi- si quieres salgo un momento a cogerte algo.

No iba a dejarle que saliera a la calle con la lluvia para que fuera a buscarme algo de comer solo porque no me gustaba la pizza de cuatro quesos. Me levanté para quedarme en frente de él. Levanté la cabeza, así nuestras miradas se quedaron observándonos mutuamente.

-No hace falta -caminé en dirección a la puerta- yo ya me iba, puedes comértela tú. 

Escuché unos pasos hacía mi dirección, me cogió del brazo que me hizo girar.

-¿Qué ocurre? -preguntó aún cogido a mi mano- ¿Porqué te quieres ir tan pronto?

-Mañana tenemos clases- intenté soltarme de su agarre pero tenía mucha más fuerza que yo- Quiero descansar, además tengo la cita con tu hermano.

No tenía ganas de estar con Bruno, no lo conocía, solo cuando íbamos juntos a clase desde ya hace tiempo. Solo era una excusa para alejarme e irme de su casa. Quise girarme pero me agarró otra vez.

-Tu ropa sigue mojada, mañana pásate por aquí y te la doy.

Asentí con la cabeza para luego coger el pomo de la puerta y salir.

(...)

-Madre mía Ari - contestó mi mejor amiga por teléfono-estas cosas solo te pasan a ti.

Después de salir de la casa de Adam, fui a mi casa. Me metí a mi habitación y llamé a Gala para contarle lo sucedido. Era la única persona con quien quería hablar ahora mismo. No sabía que sentía ahora mismo, por eso necesitaba de su ayuda, y que mejor ayuda que la de una persona que te importa y te ha querido ayudar siempre.

-No se que hacer...¿Qué hago?

-Tienes que pasar de él -me dijo mientras masticaba un chicle-Ya sabes que es de Claudia, la chica que tiene una año más que nosotras. Solo te digo que te olvides y salgas con Bruno.

Sí, le conté la estúpida apuesta de esta mañana.

-Tienes razón -le dije en un tono bajo-No se en que estaba pensando. Alomejor Bruno no es tan malo como me lo imagino, mañana saldré con el.

-¡Así me gusta! -aplaudió-ponte el mejor vestido que tengas y sal a pasártelo bien.

Me reí, por eso es mi mejor y única amiga. Pensé un momento y supe que me daría mucha vergüenza quedar con Bruno a solas, así que le pregunté a Gala si podía venir conmigo.

-No me cuesta nada ir, pero que sepas que una cita es solo de dos, no de dos y una mejor amiga.

Después de hablar un rato más decidí que ya era hora de irme a dormir. Apagué las luces de mi habitación esperando a un día nuevo.

Desde entoncesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora