Capitulo 18|Mi culpa

9 4 0
                                    

Hay a veces que por mucho que luchamos por la gente que queremos, por nuestra familia y amigos, para ayudarlos, solo lo hacemos para sentirnos bien con nosotros mismos. Para saber que valemos para los demás aunque no nos valgamos como personas.

No nos damos cuenta del valor que tienen las cosas hasta que lo perdemos, por ejemplo, mi casa, mi hogar. Donde crecí, perdí, gané, me enfadé y perdoné.

Bomberos intentaban apagar el fuego mientras mi familia estaba sentada en la acera de la otra calle.

Unos bomberos fueron a hablar con mi madre y vi en su expresión una cara de horror. Al ver que me miró y venía directamente hacia mi me encogí de hombros.

-¿Qué te pasa en la cabeza Ariadna? -me preguntó enfadada-¿Cómo se te ocurre dejar la plancha del pelo encendida?

Fui mi culpa, mi casa estaba en llamas por mi culpa, por mi estupidez.

-Yo...mamá lo siento mucho no...no me acordé de apagarla.

-Me dan igual tus excusas, ahora nos hemos quedado sin casa por tu inmadurez, estarás contenta.

Se dio la vuelta con las manos en su cabello estresada.

No quise ver más y decidí irme. No sabía a donde quería ir pero no quería ver más, solo caminé en línea recta. Pensaba en todo lo que me había ocurrido en estos meses, y parecía todo tan surrealista que por un segundo parecía que estaba en un sueño.

Mi teléfono comenzó a vibrar pero en ese momento no quería hablar con nadie. El cielo se nubló y seguramente iba a llover pero no me importaba, ya nada me importaba. No solo me había quedado sin hogar, sino que también se lo había quitado a mi madre y a mi hermana.

Me cayeron gotas por los brazos y no quería enfrentarme a todas las consecuencias que había tenido mi acción de dejar la plancha del pelo encendido, por eso me senté en la acera escuchando los árboles moviéndose por el aire, las gotas de agua al chocar contra el suelo. No me di cuenta que mis ojos se llenaron de lágrimas que cayeron y se mezclaban con las de la lluvia.

Un coche se paró delante de mi y no pude ver quien era pero se agachó y me abrazo al instante.

-Ari -me susurró-¿Qué haces aquí?

Por su voz supe que era Adam. No quería hablar, no me salían las palabras así que le abracé enterrando mi cara en su cuello admirando su olor corporal.

-No quiero verte así -me acarició la espalda-Vamos a mi coche por favor, me destroza verte así.

Asentí mientras Adam me ayudaba a levantarme y abrirme la puerta para sentarme. Me cogí las dos piernas con los brazos enterrando la cara en mis rodillas. Escuché la puerta cerrarse y nos quedamos en silencio mientras se escuchaban mis sollozos.

-¿C-cómo sabías dónde es-estaba? -pregunté aún con la cara en mis rodillas.

-No lo sabía -respondió con un tono de voz más suave-te envié mensajes porque sabía que algo iba mal, y como no me contestabas decidí ir a buscarte. Fui a tu casa y vi todo lo que pasaba y me contó tu hermana que te habías ido y te encontré ahí sentada.

Me senté bien y lo miré.

-Ha sido mi culpa Adam...yo, le he quitado el hogar a mi familia -volví a llorar-soy una horrible persona...

Me cogió de la mano con sus pulgares acariciándome.

-No digas eso, nunca -me limpió las lágrimas-mírame Ariadna. Mírame.

Lo miré a los ojos y observé lo bonito que era.

-No era tu intención incendiar tu casa, nadie quiere hacer eso. Todos nos equivocamos, ya sean pequeños accidentes o grandes no lo hacemos con intención de hacer daño. Yo estoy aquí para ayudarte, puedes quedarte en mi casa todo lo que quieras y sobre tu familia, tengo un piso cerca de aquí que se pueden quedar hasta que encontréis un hogar donde vivir.

No podía expresar lo tanto que lo quería. Me estaba ayudando en una forma tan hermosa y bonita que me entraron ganas de besarlo pero, no era el momento.

-No quiero causarte ningún problema Adam...

-No seas tonta -me acarició el cuello-No me molesta que te quedes en mi casa, al contrario, te veré todos los días y te aseguro que es lo que más quiero en este momento, estar contigo, verte dormir, desayunar contigo, quiero todo contigo. Y el tema de tu madre y tu hermana, mis padres pusieron el piso a mi nombre y no me molesta en absoluto que se queden hasta que encuentren un sitio en el que vivir.

Quería agradecerle todo lo que estaba haciendo por mi pero nosotros funcionábamos diferente. No éramos de darnos regalos; anillos, joyas, dinero. Éramos más de demostrarnos cuanto nos queríamos con sentimientos; besos, caricias y con roces.

-No sabes lo tanto que te quiero -me dijo- Eres la persona más importante, y no quiero verte mal. Solo quiero verte tas las mañanas, tardes y noches a mi lado. Te quiero.

Me acerqué para besarlo. Era un beso suave, para demostrarnos lo tanto que nos gustaba sentirnos.

Me separé y puse mis manos en su pelo.

-Yo también te quiero -le di un beso corto en los labios-Gracias a ti es por quien sigo adelante todos los días, y no me arrepiento de nada haber pasado todo lo que pasé para saber que terminé junto a ti.

***

Adam me llevó a donde ya no era nuestra casa y, le contamos todo lo del piso a mi familia y les pareció bien mientras buscaban un hogar donde vivir. Yo me quedaría en casa de Adam hasta que el tiempo decidiese.

Toda mi ropa; objetos, libros y obviamente muebles habían quedado destruidos convertidos en cenizas.

Llamé a Gala explicándole lo sucedido y quedamos en que mañana iríamos al centro comercial a comprarme ropa.

Al ser ya de noche, llegué a la Casa de Adam con él.

-Están mis padres en casa, espero que no te importe.

-Tranquilo -me puse un poco nerviosa-Espero que no les importe a ellos que me quede unos días en su casa.

-¿Unos días? -se rio-Por mi como si te quieres quedar a vivir y...no saben nada del tema.

Me frené en seco con una ceja enarcada.

-¿No les has dicho nada a tus padres de que me quedaré?

Negó con la cabeza.

Esto sería un poco difícil.

Desde entoncesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora