Entré a casa de Adam nerviosa. Nunca había visto a sus padres pero tenía una idea de cómo eran.
Sabía que Adam no era un chico problemático-tampoco su hermano Bruno-pero si no lo hubiese conocido y me lo encontrase un día por la calle, podría ser que se me pasase por la cabeza que era el típico chico con problemas en casa; con su altura, tejanos, músculos pero no era así. Tenía un padre, una madre y un hermano que estaban bastante unidos, y como no, buenos genes.
Las manos me temblaban varias voces que provenían de la cocina. Adam me cogió de la mano y al entrar vi como su madre estaba cogiendo algo del frigorífico. Su padre sentado en una de las sillas con un portátil escribiendo y Bruno, comiendo algo.
-Hola cariño -habló su madre-¿qué quieres para cenar? Tengo patatas al...
Se giró y claramente no esperaba una chica cogiendo la mano de su hijo. Se nos quedó viendo cuando Adam se aclaró para hablar.
-Mamá -le apreté más la mano-Esta es Ariadna, es mi novia.
Su novia ehh.
Cállate subconsciencia, ahora no.
Pero no podía dejar pasar que dijese delante de su familia que era su novia.
Justo su padre se dio la vuelta y Bruno, dejó de comer mirándome fijamente a los ojos. Me supo mal ver la reacción de Bruno, aunque creo que ya se lo podía imaginar pero, me sentí un poco culpable. Era verdad que Bruno sentía algo por mi, pero yo solo lo veía como un amigo.
-Tú novia... -dijo lentamente Bruno aún mirándome a los ojos-Así que ya es oficial.
No sabía que hacer, todos estaban mirándonos muy callados y yo solo podía apretar más la mano de Adam, nerviosa.
-Ya era hora de que alguien decente estuviese con Adam -se acercó para abrazarme-Encantada, yo soy Ana, él es mi marido Alejandro y supongo que a Bruno ya lo conoces.
Asentí y vi como Adam me pasaba su brazo por los hombros.
-Quería deciros que la casa de Ariadna se ha incendiado y no tiene donde quedarse así que...le he dicho que se podía quedar aquí hasta que se solucione todo y tengan un hogar donde vivir -explicó lo sucedido-espero que no os importe.
Su padre sonrió con una media sonrisa mientras que Ana, su madre, escuchó con atención lo sucedido.
-Oh, lo siento mucho cariño -me miró con ternura-Claro, se puede quedar.
Adam y yo nos miramos con una sonrisa de oreja a oreja.
-Muchas gracias señora...
-Dime sólo Ana -sonrió dándose la vuelta-Alejandro, saluda a la novia de nuestro hijo.
El padre de Adam-y claramente de Bruno-se río girando sobre su mismo eje.
-Encantado de conocerte Ariadna -levantó su mano para estrujarla contra la mía-Un placer conocerte al fin.
Nos dimos un apretón de manos en forma de saludo.
-¿Un placer conocerte al fin? -preguntó Adam-¿Cómo eso? ¿Sabíais que tenía algo?
Rieron todos mientras volvían a hacer sus cosas.
-No hay que ser muy listo para darse cuenta de tu comportamiento de antes y el de ahora -dijo Ana-Antes eras un aburrido, llegabas tarde a casa y además sin avisarnos. Pero luego cambiaste, hablabas más, te veías más animado con nosotros y llegabas a la hora y supongo que ya intuimos que estabas con alguien por tu estado de ánimo.
No pude evitar sonreír mientras Adam ponía los ojos en blanco.
-Lo que tú digas -dijo Adam-Bueno, estamos cansados, iremos arriba.
-Vale pero -nos dijo Ana antes de poder darnos la vuelta e ir a la habitación- Ariadna ¿Tortilla de patatas con cebolla o sin cebolla?
-Yo la quiero...
-No te he preguntado a ti -le cortó a Bruno-Se lo estoy preguntando a ella.
No quería equivocarme porque se podía ver claramente que cada uno prefería una cosa pero si me preguntó a mi había de responder con sinceridad.
-Pues...yo la prefiero con cebolla pero si no os gusta a vosotros pues...
-Tortilla con cebolla -sonrió y se dio la vuelta-No se hable más.
Bruno puso los ojos en blanco mientras Adam me plantó un beso en la boca delante de todos haciendo que me sonrojara.
-Sabía que escogerías bien.
Subimos a la habitación de Adam. Cuando entramos me tumbé en la cama. Estaba muy cansada de todo lo ocurrido.
Adam se puso encima mío poniendo los codos a los costados de mi cara y me besó correspondiéndole a su muestra de cariño.
-Te quiero.
-Y yo a ti -le dije.
Lo abracé rodeándolo con mis brazos y besándole el cuello.
-Espero que no te moleste tener que compartir la cama, ni tu armario cuando tenga ropa.
Levantó su cabeza para mirarme.
-¿Enserio crees que me molesta que duermas conmigo? ¿Los dos juntos? ¿Pegados y tocándonos? ¿Cada día? -enarcó una ceja divertido-¿Hace falta que te responda?
Me reí mientras me besaba el cuello bajando lentamente hasta llegar a mi ombligo pero, se paró y me miró.
-Entonces... -sonrió perverso-¿No tienes ropa?
Negué con la cabeza sin saber a dónde quería llegar.
-No tienes ni pijama -me volvió a besar el ombligo pero un poco más abajo- Ni ropa interior...
Me volvió a besar en el mismo lugar pero con más intensidad mientas me comencé a reír sabiendo a que se refería.
-Pues no, no tengo ni pijama, ni ropa interior pero -le acaricie el pelo-Me vas a tener que dejar alguna camiseta tuya que me llegan hasta las rodillas.
-No me gusta esa idea -negó sonriendo en mi piel, subiendo mi camiseta lentamente-mis ideas son más buenas definitivamente. Me gusta más saber que no llevas ropa interior por mi habitación.
-Adam, no me parece bien que no lleve ropa interior estando tus padres y tu hermano aquí.
Volvió a sonreír-un gesto que me parecía muy tierno viniendo de él-comenzó a ir subiendo mientras me besaba.
-Pues a mi me parece una muy buena idea -mordió mi pezón haciendo que me estremeciera-Total, soy yo quien luego hará que gimas mi nombre mientras te toco.
Volvió a morderme el pezón mientras me agarré del cabello más fuerte.
-Adam... -susurré-Si me lo dices así no podré decirte que no...
-Esa es la idea -sonrió cuando se levantó y me plantó un beso en los labios-Te quiero mucho Ari, no sabes lo feliz que me hace saber que estarás conmigo todos los días.
Le besé de nuevo sintiendo que aunque algo malo ge pase en la vida, te lo compensa con algo y en mi caso, este algo o, más bien alguien, es la persona que amo.
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Desde entonces
RomanceMi primer día de instituto, nomás entrar por la puerta lo supe. Un chico alto, ojos claros (no sabría distinguir entre azul o verdes), pelo castaño, alto (medirá por lo menos 1,90). Con cruzar nuestras miradas lo supimos, estábamos hechos el uno pa...