Me di cuenta que ya había amanecido por el molestoso sol que entraba por la gran ventana de la habitación. Quise levantarme para cerrar las cortinas pero al intentar levantarme un brazo me agarro con bastante fuerza que impedía que pudiese moverme.
Me quedé quieta unos segundos al ver que Adam estaba girado mientras sus ojos estaban cerrados dejando una bonita vista de sus largas pestañas, su pelo revuelto y sus mofletes rosados del calor que imanábamos los dos al estar juntos.
Me le quede mirando cuando abrió solo un ojo, que por la luz del sol tuvo que cerrarlo al momento.
-Como se te ocurre dejar la cortinas abiertas -puso una mueca-me voy a quedar ciego y de momento, mis ojos quieren seguir viéndote.
Me dio un vuelco al corazón al escuchar decir eso pero, me acordé de lo que me hizo anoche y en ese instante me puse seria. Me levanté haciendo un poco de fuerza para que no pudiese volver a cogerme y tumbarme. De reojo vi como intentó cogerme pero al ir rápida lo dejé con la mano al aire.
-Tenemos clases y si no nos damos prisa llegaremos tarde -cogí ropa limpia para ducharme-Más vale que te vayas vistiendo ya.
Mientras me movía por la habitación noté como me miraba y, sin hacerle caso entré al baño. Me desvestí y me metí dentro para comenzar a enjabonarme.
Me gustaba ducharme despacio sintiendo el agua caer por mi cuerpo hasta llegar a mis pies. Escuché la puerta abrirse y cerrarse de golpe.
-¿Estás enfadada?.
-¿Qué haces Adam? -pregunté quitando el vaho del cristal para mirarle a la cara-¿No ves que me estoy duchando?.
-Te estoy preguntado Ari -puso los ojos en blanco-?Estás enfadada conmigo por lo de anoche?.
Quería decirle que no, que no me había molestado en absoluto que me dejara con las ganas de más. La culpa había sido mía por poner esas estúpidas normas pero, sí, me había molestado.
-Pues sí.
Paré el agua, abrí la puerta mientras cogía el albornoz para secarme.
-No fui yo quien puso esas absurdas normas -rio-Yo soy el primero que quiere hacer todas las cosas que se me pasen por la cabeza contigo pero, un trato es un trato y yo no rompo las normas.
Sin hacerle caso salí de la habitación para ponerme cómoda. Escuché como me seguía por toda la habitación pero al no hacerle caso me cogió del brazo para girarme y besarme intensamente. Mi espalda chocó contra la pared y sus manos me agarraron de la nuca para profundizar más el beso.
Estuvimos así unos segundos y nos separamos un poco para poder coger aire. Nos miramos a los ojos.
-No quiero que te enfades conmigo, quiero besarte como te lo acabo de hacer ahora mil y unas noches más -me besó la frente separándose un poco-No te enfades conmigo.
Verlo tan cerca y pidiéndome que no me enfade con él se me derritió el corazón y no pude negarme ante su contacto.
-Vale.
***
Antes de llegar al instituto, me pasé por mi casa a cambiarme y ponerme algo más decente. Como hoy me tocaba deportes me puse un pantalón de chándal color gris, un top básico blanco, unas zapatillas de deporte blancas y el pelo recogido.
Al llegar, fui directa a la pista de atletismo-donde nos hacen correr bastante-hice unos estiramientos para no hacerme daño.
Alguien me cogió de los hombros meneándolos para asustarme-consiguiéndolo-haciendo que me levantase de golpe con las manos pegadas a mi pecho.
-¿Qué te pasa a ti? -preguntó mi mejor amiga-Conoces a un tío bueno y ya te olvidas de la gente.
Comencé a reírme pero, al ver la cara que puso paré al instante.
-No sé de que te ríes pero gracia no hace -parecía que esta vez hablaba en serio-En ningún momento me has llamado, me has enviado un mensaje, y te entiendo de verdad, te has reconciliado con Adam pero...
-Espera espera -la interrumpí-¿Cómo sabes que me he reconciliado con él?.
Se quedó callada-parecía que podía escuchar los engranajes funcionando dentro de su cabeza.
-Puede ser que...que hablase con su...su hermano.
-¿Así que te llevas con Bruno?.
-No me llevo con el -vi como jugaba con sus manos-solo como no me hablabas quería saber si estabas bien y pues, pregunté a Bruno si habíais vuelto, solo eso.
Cuando queríamos seguir hablando el profesor de gimnasia llego por eso, tuvimos que dejar la conversación para más tarde.
Corrí un buen rato y terminé tan sudada que solo quería llegar a casa. Al terminar fui directa a mi taquilla para coger los libros y guardármelos en la mochila. En ese momento mi teléfono sonó.
-¿Diga?.
-Ariadna -me llamó la voz de mi madre-Necesito que vengas urgentemente a casa.
No entendía las prisas pero mi madre nunca llamaba a no ser que hubiese algún problema grave o para preguntarme si necesitaba algo de comer.
No quise hacerle preguntas. Colgué y cerré mi taquilla para pasar por los pasillos y salir. El camino a casa-como ya sabéis-es un poco largo pues decidí correr y hacer más ejercicio del que había hecho ya en gimnasia.
Poco a poco al ir acercándome a casa, escuchaba los sonidos de los bomberos y la ambulancia, cosa que hizo que fuese más rápido sin importarme que ya me dolían mucho las piernas.
Al llegar vi como mi propia casa, la casa donde he crecido, donde me he criado, estaba en llamas. Los bomberos estaban intentando apagar el gran fuego que poco a poco destruía el tejado y las paredes haciendo que un olor extraño y desagradable inundase la calle-además de mis fosas nasales-además de un humo negro saliendo para arriba.
Me quedé paralizada viendo como pasaba mi infancia por mis ojos; corriendo por el césped, por las escaleras, mi hermana contándome cuentos en mi cama, jugando con mis muñecos.
Intenté moverme pero no pude, tampoco hablar ni mover ni un solo dedo, solo viendo como poco a poco mi casa se iba derrumbando.
-¡Ariadna! -me llamó una voz femenina- ¿Qué ha ocurrido?.
Mi madre se puso delante de mi esperando una respuesta que ni yo misma la sabía.
-N-no sé...que...que ha pa-pasado...
-Ariadna ¡Mi casa está en llamas! -gritó haciendo que me sobresaltara-¿Qué ha pasado?.
-Yo estaba en cl-clase, me has llamado tú y...no sé.
Mi madre me miró para dar media vuelto e irse con la policía yo mientras, estaba en shock.
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Desde entonces
RomanceMi primer día de instituto, nomás entrar por la puerta lo supe. Un chico alto, ojos claros (no sabría distinguir entre azul o verdes), pelo castaño, alto (medirá por lo menos 1,90). Con cruzar nuestras miradas lo supimos, estábamos hechos el uno pa...