Parte II: Capítulo 6. La máscara de madera

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Pese a la situación con el fantasma, pensaban en todo el tiempo que habían perdido.

Su viaje a Guanyin no debía tomar más de dos días pero seguían ocurriendo cosas en el camino.

Descubrieron que alrededor de la siguiente torre de vigilancia se creó un asentamiento. Eran familias completas que habían levantado casas de campaña y otras más adelantadas ya se organizaban para construir pequeñas cabañas.

Pertenecían a un pueblo cercano pero se negaban a volver incluso cuando los cultivadores de la torre les pedían esperar.

—No pueden quedarse aquí —un cultivador de la secta Jiang salió preocupado, sus otros dos compañeros también intentaban razonar con las personas que parecían haber llegado hace unas horas.

Jiang Cheng avanzó observando el caos. ¿Qué estaba ocurriendo en su territorio y por qué no lo sabía?

El cultivador pareció sentir su humor pesado y dio la vuelta de inmediato. Hizo una reverencia.

—Líder Jiang, no lo esperábamos.

Los otros chicos escucharon y de inmediato hicieron una reverencia hacia Jiang Cheng.

—Evidentemente, ¿qué es todo este desastre? —Jiang Cheng habló con una voz que a Lan Xichen le pareció profunda y muy seria.

Hizo una reverencia también y luego vio el rostro del líder. Tal como pensaba, tenía una ceja levantada y el mentón ligeramente arriba para imprimir autoridad en su gesto. La cuestión era que toda la fuerza estaba en sus ojos. Lan Xichen entendía por qué cualquier discípulo se volvía temeroso frente a él.

—S-se los dijimos... ah... ellos no, no... no quieren volver al pueblo.

Jiang Cheng se fastidió al oír tartamudear al chico y lo mostró cruzándose de brazos. El gesto fue recibido con más nerviosismo.

—¡Hay un fantasma en el pueblo! —dijo una aldeana sin importarle las formas, llevaba una pila de leña, otros armaban una fogata con intención de reunirse cuando cayera la tarde.

—¡Sólo son sujetos muy pálidos! El general fantasma no es peligroso y... —dijo el cultivador temeroso de que Jiang Cheng lo juzgara por no haber ayudado.

—¡No estoy hablando del general fantasma! —dijo la mujer soltando la pila de madera.

—¿El general fantasma está aquí? —dijo Jiang Cheng con voz turbia ¿cómo se atrevía a poner un pie en Yunmeng?

Jiang Cheng se enfrascó en una discusión con su discípulo por haber dejado cruzar a Wen Ning hacia el pueblo, el chico trataba de explicar que iba con un cultivador errante que había conocido hace tiempo, un tal Song Zichen, que era totalmente de fiar. Jiang Cheng ya tenía a Zidian crepitando.

La mujer de la leña vio la discusión y se acercó a Lan Xichen.

—No volveremos al pueblo hasta que nos ayuden ¿no son para eso las torres? ¿no son para eso los cultivadores?

La mujer realmente parecía cansada. Lan Xichen la vió frotarse la espalda, probablemente tenía sesenta años pero seguía haciendo labores y peleando con bastante energía. Alrededor todos habían regresado a sus tareas decididos a quedarse ahí y reconstruir el pueblo si era necesario.

—Tiene razón —dijo Lan Xichen y buscó en su manga —tome un poco de esto, mejorará su dolor de espalda —así entregó un pequeño frasco con una crema de olor fresco.

La mujer la abrió y sin vergüenza le gritó a un niño para que se la aplicara. El chico parecía su nieto, logró frotar su espalda por debajo de la ropa y la mujer sintió un alivio inmediato.

Los lotos de GusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora