Parte II: Capítulo 12. Camino a la montaña

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Jiang Cheng no dijo nada en contra, Lan Xichen se quedó en la cena y convivió con los discípulos Jiang

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Jiang Cheng no dijo nada en contra, Lan Xichen se quedó en la cena y convivió con los discípulos Jiang.

Su líder estaba un poco celoso del recibimiento que le dieron a Lan Xichen. Todos parecían haberlo extrañado, apreciaban su presencia y accesibilidad. Nadie cuestionó el motivo de su visita porque antes había manifestado que deseaba volver para pintar Yunmeng con un mejor clima.

También se corría el rumor de que ambos ahora eran amigos; tenían muchos vínculos. Lo curioso era que, a pesar de esos vínculos familiares, habían encontrado sus conexiones cuando estuvieron a solas y sin intervención externa.

Como era costumbre, todos volvieron a sus dormitorios y labores después de la cena. Los sirvientes llevaron té a la sala de la residencia principal, donde usualmente Lan Xichen y Jiang Cheng se quedaban conversando. Ellos siguieron la costumbre con cierta tensión.

En la sala, sobre la mesa con el emblema de loto, Jiang Cheng sirvió las tazas y le entregó una a Lan Xichen. Bebieron para cumplir el requisito.

—¿En verdad el gran maestro no se opuso a que vinieras? —dijo Jiang Cheng mirando la taza.

"Jamás pensé llegar tan lejos" era la frase que definía ese momento. Ze Wu-Jun había ido hasta el Muelle del Loto por él.

Buscaba cualquier falla en la lógica o una trampa. ¿Algo tan bueno podría ocurrirle? Aún tenían mucho de qué hablar. Temía que fuera sólo un momento en el que Lan Xichen confundía sus sentimientos con el deseo y la excitación.

Sería triste aunque no se oponía a repetirlo.

—Es verdad, no podemos mentir —Lan Xichen entendía por qué estaba incrédulo, él también lo estaba.

Generalmente culpaban a Wei Wuxian como la mala influencia que causaba cualquier evento extraño, esta vez era otra persona de Yunmeng.

—Te creo.

—Sabe de las irregularidades en Guanyin. Le dije que necesitaba tu ayuda para atar cabos, entonces, para mantener la situación en privado, lo mejor era vernos en persona.

Jiang Cheng levantó una ceja. Lan Xichen encontró una zona gris a la que Lan Qiren no podía negarse. Era de esperarse, cuando había demasiadas reglas las personas siempre buscaban la forma de salirse con la suya.

—Entonces es verdad lo del libro.

—Sí. No quiero hablar tan pronto, son especulaciones. Y no es el motivo principal por el que vine.

Lan Xichen dejó su taza y tomó una de las manos de Jiang Cheng con cuidado. Esta vez no intentó escaparse.

—Lamento si rompimos alguna regla.

—No rompimos nada. No estoy aquí porque intente hacerte responsable. Es que...

Jiang Cheng lo besó y se le olvidaron todas las palabras que iba a decir. No lo dejó hablar de nuevo, en cambio tomó su rostro y se quedó muy cerca de él.

Los lotos de GusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora