Parte III: Capítulo 3. Vuelo de golondrina

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Si le preguntan a Lan Xichen qué es lo que le gusta de Jiang Cheng o en qué momento se enamoró de él, probablemente no podría responder.

Al principio Jiang Cheng era una persona distante y formal que guardaba un límite claro y correcto. Nunca ofrecía una palabra de más.

Veía sus cualidades exteriores: era buen líder, se manejaba con diplomacia, era respetuoso... también era atractivo. Su belleza nunca estuvo en discusión. No obstante, ese asunto era banal en el contexto formal.

Cuando su tío Lan Qiren destacó sus virtudes, se sorprendió. El gran maestro no hablaba bien de muchas personas. No era sólo un "es buena persona", sino que incluía halagos sobre su labor como líder.

Después de semanas viajando a su lado, se dio cuenta de que no había visto lo suficiente en su dirección.

Durante la batalla tenía un aire de peligrosidad que nunca lo abandonaba. Verlo en acción fue emocionante y fascinante. Su voz, sus movimientos y sus gestos eran misteriosos y gráciles.

Tenía algo y no sabía qué era. Lentamente había nacido algo en él, como si hubiera descubierto algo ignorado y enterrado. Quería cavar más, saber más y finalmente contemplar lo oculto.

Lo más emocionante era que no sabía si algún día llegaría a comprender a Jiang Cheng por completo.

Irse del Muelle del Loto fue realmente difícil y sólo pensó en Jiang Cheng cuando estaba lejos. Sintió por primera vez el golpe de desesperación y emoción que se manifiesta cuando descubres que estás enamorado.

¿Qué debía hacer? ¿Cómo podría atraer su atención? Leyó el libro de cuentos muchas veces hasta que resolvió hacer una copia. Conservó el original con la intención de devolverlo. Necesitaba regresar a Yunmeng y confesar que las palabras se ahogaban en su pecho. Su único deseo era pasar otro día con él, compartir la mesa y conversar.

Ese día en la biblioteca, si Jiang Cheng no lo hubiera besado primero, él lo habría hecho. Había retenido su mano para tener un momento, cobrar valor y besarlo.

No tenía ni idea de lo que desataría esa noche. Había descubierto que lo deseaba y que no quería separarse de él.

Todo lo que sintió antes, ahora parecía insignificante.

Supo que ya no podía ser paciente. Por eso fue al Muelle del Loto y se quedó ahí, por eso ató a Jiang Cheng con su cinta y le pidió ir a Gusu con él.

Olvidó que no todos saben descifrar las acciones de los Lan.

Nuevamente llegó al Muelle del Loto, esta vez los discípulos que lo recibieron moviendo la mano desde lejos. Los comandantes les habían contado que Ze Wu-Jun no estaba comprometido y ahora lo veían con mejores ojos.

La barca se detuvo y Lan Xichen puso un pie de nuevo en el muelle.

Los sirvientes le dijeron que Jiang Cheng estaba en el pabellón. Usualmente trabajaba ahí pero ahora tomaba la siesta con el calor de la tarde. Habían colocado una silla amplia y mullida para que descansara mejor.

Lan Xichen lo observó, sabía que ese era su lugar favorito. Se veía exhausto y sus párpados estaban ligeramente hinchados. Parecía haber llorado mucho y se sintió culpable porque seguramente era su culpa.

Tenía las manos sobre su vientre. Lan Xichen sonrió emocionado y arrepentido.

Siempre llegaba tarde. Siempre era demasiado prudente.

Se hincó frente a Jiang Cheng en pose de propuesta y le tomó la mano. La besó y luego hizo lo mismo sobre la tela de su vientre, obviando el hecho de que su otra mano tenía a Zidian, que parecían proteger a su hijo.

Los lotos de GusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora