XXII

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CATHERINE

— No puedo creer que por fin has puesto en marcha esas neuronas que tienes — se burló tirado en mi cama mientras sus brazos estaban detrás de su cabeza; Brent había llegado después de una semana ya que le habían surgido unos problemas, hace poco menos de una hora me llevé la sorpresa de que quién golpeaba mi puerta era él, desde ese momento no hemos parado de hablar, contando con detalle todo lo que nos había sucedido en el tiempo en que no nos vimos.

— Y yo no puedo creer que estás aquí.

— Pienso ser tu sombra hasta que me aburra de ti — me carcajeé mientras abría la bolsa de cartón que contenía nuestra cena —. Desde que nos has dejado no he vuelto a probar esta mierda — murmuró con la boca llena de la triple hamburguesa, quise decirle que yo no los había dejado, que no fui yo quien los abandonó, que su hermano fue quién se encargó de eso, pero sólo le sonreí como respuesta —, y joder, extrañaba chatarrear contigo — hizo una pausa dándole otro bocado a su comida —. ¿Y qué haces viviendo aquí?

— Quería experimentar en su totalidad la vida universitaria —y la verdad era que me estaba gustando, me pasaba de clase en clase y algunas horas en la biblioteca, otras veces solía salir con Renzo y trabajaba media jornada en las oficinas de mi padre.

— Mierda, con todas esas universitarias yo también querría... En especial con tu compañera de cuarto — clavó su vista en la parte de Eveka que estaba decorada con fotografía suyas y de su familia —, joder tiene los mejores pechos que he visto en mi puta vida, sabes como prendería a sus pezo...

— ¡Brent! — Grité tirándole un puñado de papas —, eres un puto asco.

— Pero aún así me amas — afirmó guiñándome un ojo y metiendo una de las papas que cayó sobre él a su boca —, me siento un cerdo — cogió otro puñado de papas —, necesito bajar todos estos carbohidratos, ¿pedimos unas malteadas?

— Eres todo un caso — susurré dejando la mitad de mi hamburguesa dentro de la caja de plástico —, ¿qué harás todo este tiempo aquí?

— No lo sé, tal vez follar con alguna chica que conozca en algún bar, salir de fiesta, joderte todo el día, comer como cerdo y molestar a Alec.

— En verdad querría ser tú en otra vida, ¿no te cansas de no hacer nada?

— Hago muchas cosas — se excusó fingiendo estar ofendido — mi trabajo es cuidar que tú estés bien y que Alec no haga estupideces.

— ¿Qué hacías antes de mi llegada?

— Lo mismo que hago ahora — levantó su cuerpo y sacudió las migajas de comida —, soy socio capitalista en varias empresas, solo invierto mi dinero y me hago millonario sentado en la comodidad de mi casa.

— Quiero ser como tú — reafirmé.

— Y yo quiero que salgamos por ahí, en verdad necesitamos irnos antes de que llegue tu compañera porque no respondo de mí — me regaló una socarrona sonrisa.

Eternos II: Almas Eternas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora