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CATHERINE

— Seguimos su rastro, pero lo perdimos al final del bosque — anunció Brent, tomando asiento a mi lado.

— ¿Estas segura que era ella?

— Que sí, Alec — respondí de mala gana. Era la tercera vez que me preguntaba lo mismo, y yo estaba muy segura de que Delia estaba allí. Alec enloqueció cuando le conté aquello he inmediatamente me arrastró hacia mi cuarto, sin despegarse ni un minuto de mí.

— Solo quiero saber si estabas segura —. Él estaba nervioso y frustrado, lo sabía porque era la quinta vez que se pasaba la mano por el pelo y mantenía su semblante serio.

— Es mejor que descansen, no volverá aquí, sabe que la viste y no se arriesgará — propuso Joseph, saliendo de la habitación seguido por Gabrielle.

— Descansa — susurró Brent, despidiéndose con un beso en mi frente.

Decidí encerrarme en el baño para quitarme el vestido y darme una ducha. Alec aún estaba parado en al lado de la ventana cuando salí envuelta en una toalla, seguía manteniendo su facciones endurecidas y sus manos estaban detrás de su espalda.

Me metí en el armario y me puse mi pijama, cuando regresé abrí las mantas y me acurruqué debajo de ellas. Él me miró por varios segundos y luego de dar un último vistazo por la ventana, cerró las cortinas y caminó hacia la puerta de la habitación.

— Alec — lo llamé, deteniendo sus pasos —. ¿Te vas?

— ¿Quieres que me quede? — preguntó con un tono más suave del que había mantenido desde hace una hora.

— Yo creí que...

— Iré a buscar ropa para dormir, vendré y me daré un baño, intenta descansar.

Asentí y lo vi desaparecer, giré sobre mi cuerpo dándole la espalda a la puerta e intenté cerrar mis ojos para conciliar el sueño, para cuando él volvió lo escuché meterse en el baño y quince minutos después sentí como la cama se movía a mi lado.

— Sé que estas despierta.

— No puedo dormir.

— No te sucederá nada, Catherine — susurró, haciendo que gire mi cuerpo y choque mis ojos con los suyos, mantenía la vista fija en el techo y uno de sus brazos estaba flexionado debajo de su nuca.

— Lo sé, simplemente no tengo sueño.

Extendió su brazo libre, invitándome a que me acurruque a su lado. Acepté sin dudarlo y apoyé mi rostro en su pecho, rodeándolo con uno de mis brazos. Me consideraba fanática de estos momentos, muy pocas veces podía disfrutar de este lado del vampiro.

— Intenta dormir — dejó un beso en mi frente y lo vi cerrar sus ojos. Entendí que no quería hablar, pero como siempre me importó una mierda lo que él quisiese.

Eternos II: Almas Eternas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora