La forma en la que hablan, caminan, responden, comen. Las escuelas a las que asistirán por el resto de sus vidas.
Su forma de vestir, su "gusto" en los deportes, su incesante manía por ser los mejores aunque eso signifique dejar de respirar.
Esa es...
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|Un lado mío que no conocías.|
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YeonJun.
Cruzar límites.
Los limites existen por una razón específica, muchas veces, es por algo malo o injusto, en otras ocasiones, es para preservar la paz y el orden. Para mí, los límites son importantes. En especial, cuando soy yo quien los estipula. Porque no creo ser una persona injusta o cruel, mucho menos irrealista o condescendiente. Tal vez, es por eso que me cuesta entender cuando alguien cruza la línea conmigo.
— Entra — pronuncio serio apenas cruzamos la puerta. Soobin, quien está a mi lado, parece congelarse en cuanto escucha el tono de mi voz. — Que entres Tae — vuelvo a decir un poco más alto, mientras me cruzo de brazos a la espera de que los chicos se instalen dentro de nuestra sala.
— YeonJun... — trata de abogar Beomgyu, tras entender que nuestro amigo se ha metido en problemas.
— Esta bien — contrapone Tae en un suspiro, entrando completamente a la sala y posicionándose frente a mí para poder hablar. — Te escucho — pronuncia sereno esperando un regaño que no llega de inmediato.
En su lugar, son mis manos, las cuales toman el cuello de su camisa, las que se vuelven agiles cuando mi pie impacta su pantorrilla con un puntapié. Y es por mis brazos, y la fuerza que estos ejercen en la tela, que Tae no cae desplomado en la alfombra.
— ¿Qué fue lo único que te pedí a cambio de llevarte conmigo? — inquiero simplemente, para poder sobreponerme ante los quejidos de Tae.
— Tenia cosas que hablar con Hueni... — me dice aun en medio de quejidos, claramente enojado, lo cual solo provoca que la poca lástima que tenía hacia él pase a esconderse aún más profundo.
— ¡¿Qué fue lo único que te pedí a cambio de llevarte conmigo?! — vuelvo a repetir ahora más alto. Causando un total silencio dentro del cuarto.
— Que no haría ninguna escena— admite Tae hacia mí, por fin bajando la mirada con algo de temor al encontrase con mis ojos.
— ¿Y qué demonios hiciste apenas JongHo nos abrió la puerta?— musito entre dientes, soltando por fin su ropa mientras daba dos pasos hacia atrás, para poder ver mejor la situación que tenía entre manos.
— Disculpa, tienes razón — escucho como reconoce casi en reproche, lo que me deja claro que, tal vez, no sea del todo honesto al momento de arrepentirse.
— Levanta las manos — le digo en tono frio. Siguiendo la ruta a las escaleras y volviendo con un par de ejemplares de enciclopedias en mis manos, deben pesar alrededor de 2 kilos cada uno, y es precisamente por eso que los he traído.