La forma en la que hablan, caminan, responden, comen. Las escuelas a las que asistirán por el resto de sus vidas.
Su forma de vestir, su "gusto" en los deportes, su incesante manía por ser los mejores aunque eso signifique dejar de respirar.
Esa es...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
|El precio de aprender a amar.|
꧁꧂
JongHo.
— El taxi esta abajo, ¿seguro que no quieres llevarte mi auto? — inquiero en medio de un suspiro, admirando como Huening solo niega lentamente hacia mí. Noto como sus cejas se levantan y sus labios se tensan claramente mostrando el nerviosismo que intenta evitar. — Tranquilo, todo va a estar bien, probablemente sean toneladas de llanto y abrazos, uno que otro apretón de manos, tal vez te reciba un poco magullado mañana, pero nada que un masaje no pueda arreglar — concluyo en broma, en un pobre intento de hacerlo relajar.
— No es eso— me dice, caminando la distancia que nos separa en mi nuevo departamento y llegando hacia mí envolviéndome totalmente entre sus brazos. — No quiero dejarte solo, menos aun con esta lluvia espantosa — Lo escucho murmurar cansado.
— No soy yo quien le teme a la lluvia, además...— le recuero, observando como sus cejas se tensan en una línea — Tu querías ir primero para resolver las cosas, cuando te sientas mejor con ellos entonces yo iré a presentarme como se debe y a dar los regalos que trajimos, tampoco es que sea un desastre si me dejas solo, tenme confianza. Ya he vivido en residencias estudiantiles antes. No te preocupes por mí – digo medio en broma, para hacerlo reír, aun así, noto como su abrazo se vuelve más protector en cuanto me escucha.
— Ahora me tienes a mí, no tienes por qué estar solo nunca más — lo escucho decir y mi corazón se comprime. Mis brazos lo sostienen un poco más antes de acompañarlo a la puerta y tomar su mano. Trato de ser fuerte para él mientras esperamos el ascensor de la residencia, aun así, cuando este llega y nos adentramos no puedo evitar acercarlo una última vez para robar un beso antes de salir al estacionamiento.
Confirmo que es el conductor que hemos llamado y hago que Kai entre al auto con cuidado de no mojarse. Le doy una sombrilla doblada por la ventanilla y susurro un — Te quiero — mientras él aun parece decaído por verme parado fuera en la lluvia.
— Entra ya, vas a enfermarte — me reprocha abultado sus labios, aun sujetando mi mano a través de la ventana y no puedo evitar sonreírle en respuesta.
— Okay futro señor Lachenal, no quiero que olvide mi mensaje para avisar que has llegado a salvo, de lo contrario vas a tener a tu prometido con un acento coreano muy pobre preguntando por ti en toda la universidad, tampoco el de buenas noches, aunque una foto de buenas noches también podría ser válida— le contrapongo delicadamente, mientras acariciaba su mano, acercándome suavemente a depositar un último beso en sus nudillos. Apreciando como por fin mis palabras juguetonas lograron hacerlo reír. — Por favor, vayan con cuidado, no importa si tarda más— le pido amablemente al hombre tras el volante haciendo uso del mejor coreano que poseo, el hombre solo asiente con una sonrisa para confirmar que me ha escuchado. — Lleva a la persona más importante de mi mundo en sus manos—