La forma en la que hablan, caminan, responden, comen. Las escuelas a las que asistirán por el resto de sus vidas.
Su forma de vestir, su "gusto" en los deportes, su incesante manía por ser los mejores aunque eso signifique dejar de respirar.
Esa es...
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Kai.
— No es macho, en realidad Canela es una Yegua — me comenta sonriente mientras continua sus caricias al animal. — Y una muy leal si me permites decir, no aceptaría que alguien cascarrabias como tú la domara —
Algo en el comentario o la forma burlona con la que me habla me hace querer responderle de la misma forma, antes de JongHo nunca había conocido a alguien que me exasperara tan rápido. Si Tae estuviera aquí, este chico ya estaría enterrado a tres metros bajo tierra por los ojos de mi gemelo.
— Si permite que tú la domes no debe tener tan buen gusto — declaro sin titubeo, haciéndolo reír. Veo como asiente hacia mí, como si no creyera que yo pudiera ser maleducado.
— En eso te equivocas, no tiene nada que ver con gusto. Simplemente sabemos confiar en el otro —
— Deberías confiar en una persona, no en un caballo —
— Nunca he podido entender del todo a las personas, pero Canela por su parte, siempre parece conocerme mejor que cualquiera —
— La Zoofilia no es algo sano— sermoneo con una sonrisa.
Genuinamente veo como JongHo ríe hacia mí, tal vez pelear no sea la mejor forma de conocer a tú prometido, pero en verdad estamos a gusto con la compañía del otro, así que todos nos dejan ser.
— No la amo de esa forma, tampoco espero que alguien lo entienda o lo acepte. Simplemente creo que ella es mi otra mitad — termina por decir, dejando el cepillo de vuelta en la cubeta, apartándose por fin un poco de Canela. — Es como si me hubieran quitado parte de mi alma y se la hubieran puesto a ella. Me ha visto en los mejores y peores momentos de mi vida y siempre parece esperarme cuando estoy lejos, ¿Alguna vez has tenido algo así? Señor que confía en las personas y no en los caballos —
No es algo que desee compartir con él aún, mi vida personal y mis amigos en Corea son una parte que guardo bajo llave solo para mí, es demasiado duro pensar en ello, por lo que no me atrevo a destapar esa caja. Él parece darse cuenta, por lo que cambia de tema rápidamente, pero yo niego para seguir el ritmo.
Teníamos más en común de los que pensaba al inicio después de todo. Yo no esperaba a Tae cuando este se iba, porque nunca le permití a nadie que nos alejara. Al menos, no hasta ahora.
— Joven Choi, Sus madres lo están esperando en el despacho— nos advierte uno de los empleados en un francés tan marcado que apenas y puedo entender. JongHo responde algo que no comprendo antes de darme el trapo con el que se limpió las palmas y comenzar su camino al interior de la residencia.
Observo por un rato al animal frente a mí, se parece mucho a su dueño. Terco y obstinado, con un cabello caoba rojizo que no hace más que acentuar el parecido. Acerco un poco la palma para acariciarla y ella la recibe sin mayor problema.
