EL FESTIVAL DE MAYO

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Los personajes de esta historia no me pertenecen, escribo solo con fines de entretenimiento.

Aún era de madrugada y a medida que transcurrían los minutos era más audible el alegre despertar en el Colegio San Pablo. El aletear de las aves y su canto fueron la primer melodía a escucharse ese tan esperado día.

En las alturas de la torre sur del edificio principal del colegio aún dormía en soledad la pequeña rubia pecosa que había pasado la noche mirando la luna y las estrellas desde la tibia camita que la arropaba, fue hasta que un pequeño golpe en su ventana seguido de un sutil canto de un ruiseñor lentamente la hizo volver a la conciencia y desperezándose fue abriendo los ojos. Luego se unieron más sonidos dulces de otros pájaros hasta que pareciendo un insistente llamado a la señorita dormilona lograron que ella se alzara en la cama y abrió un poco la ventana para seguir deleitándose con su canto. Le llevaron el desayuno consistente en huevos escalfados, pan de centeno con mantequilla, leche tibia, plátano y manzana. Olía delicioso y desde antes de que le entregaran su almuerzo su pancita ya rugía exigente del bendito alimento. La Hermana que le llevó el desayuno se sentó con ella a orar mientras ella desayunaba, después de la oración de los alimentos y un padre nuestro y tres aves marías, la dejó devorar su comida, Candy hambrienta saboreaba lo contenido en la bandeja, mientras la religiosa le leía un devocionario a la Virgen María, para que la chica pudiera prepararse espiritualmente a una consagración que año con año realizaba el colegio por esas fechas y que eso les alimentaba en su fe y su piedad.

La religiosa que estaba a cargo de Candy pudo ver en ella una mirada cristalina llena de inocencia, en ocasiones sonreía y estaba atenta a todo lo que le narraba. Al terminar su desayuno, la religiosa se llevó los platos y le pidió que se mantuviera en oración. No le dijo nada más y Candy se quedó encerrada escuchando cada vez más los ruidos provenientes de las calles aledañas del colegio donde la gente se empezaba a congregar para el desfile.

Su corazón estaba en paz, no es que no le importara, sino que ella había logrado comprender que hay cosas más trascendentales que el usar un vestido bonito, el ser la que destacara más, se sentía afortunada por todas las oportunidades que tenía gracias a la buena voluntad del tío William. Aun y si pasara el día encerrada, valoraba desde ya su propia vida, su suerte al estar en un colegio tan importante y planeaba aprovechar al máximo cada día al salir de ese encierro.

Alrededor de las diez de la mañana abrieron la puerta del cuarto de meditación mientras Candy estaba tranquilamente sentada en la cama viendo el cielo, era la Hermana Grey, que entró abriendo la puerta con la llave del cuarto; -buenos días Hermana Grey- se levantó Candy, -buenos días Candice, puedes sentarte- ambas se vieron un momento y la hermana quien llevaba un rosario en sus manos le dijo a Candy:

-Bien Candice, ¿Hay algo que quieras decir ahora que has vivido en retiro estos días?- sobria y atenta la rectora esperaba la respuesta de la chica.

-Hermana, sé que mi amiga Patty rompió las reglas, pero le aseguro Hermana que no fue para dañar a nadie, yo la defendí porque ella es muy débil de carácter y siento mucho en decirle que no me arrepiento de haber intercedido por ella, si por eso me quedaré encerrada más días, acepto entonces mi se sentía en desventaja, pues no quería comprometer su integridad y eso le iba a costar más días de aislamiento.

La Hermana que había escuchado con atención, se levantó de su silla y después de un silencio prolongado le dijo:

-Candice, tú provienes de un hogar atendido por personas consagradas a Dios, no es así?- Candy asintió

-Seguramente ellas te enseñaron a respetar a tus mayores y a tus maestros, verdad?-

-si Hermana- Candy le contestó

MIS PRIMERAS VECESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora