Capítulo I

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Un joven corría, lágrimas caían de sus ojos, las nauseas invadian su cuerpo, la nieve le dificultaba el trayecto, aunque tampoco tenía un destino fijo, el solo quería alejarse, buscar ayuda y que alguien lo consolara. Había vuelto de vender carbón, se retrasó una noche ya que para cuando terminó su labor la oscuridad estaba presente, su hogar se encontraba en lo alto de una montaña por lo que, viendo el peligro, un anciano le ofreció dormir en su casa, el peli burdeo aceptó a regañadientes, pero aún así agradeció la amabilidad de aquel hombre, a primera hora de la mañana el partió, iba a paso lento pero constante hasta que pudo percibir un aroma peculiar "¿sangre?" Con ese pensamiento en su cabeza el chico apresuró el ritmo, el olor era demasiado fuerte así que algo grave había sucedido, y para su desgracia así fue. Los cuerpos de dos de sus hermanos estaban tirados en el blanco suelo bajo el clima invernal y estaban cubiertos de sangre, dentro de la casa no era mejor, tanto su madre como el resto de sus hermanos estaban también cubiertos por el líquido rojo, no tardó mucho en entenderlo, su familia murió, habían sido asesinados cruelmente. Ante tal situación uno de los instintos primitivos del muchacho surgió, huyó, corrió con todas sus fuerzas, lo que nos lleva a la situación actual.

"¿Por qué paso esto?" Esa pregunta se producía una y otra vez en su cabeza "¡¿Por qué demonios pasó esto?!" Sus piernas cedían poco a poco, hasta que cayó, su vista se nublaba, caería inconsciente pronto y moriría congelado.

- Lo siento, perdónenme, por favor - aquel susurro salió de su labios mientras cerraba lentamente sus ojos.

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- Llegue tarde - Hablo un peli negro de ojos azules con una decepción casi imperceptible en su voz, mientras veía la masacre producida en el hogar de la familia Kamado - Lo lamento - junto las manos y se inclinó, noto que habían pisadas bastante recientes, supuso que eran del responsable, por lo que se dedicaría a rastrearlo, pero se detuvo cuando una voz débil resonó en aquel desolado lugar.

- Her... mano... - era casi un susurro pero el chico lo escuchó perfectamente, venía de la chica tirada fuera de la casa, la reviso, estaba viva, pero necesitaba atención médica urgente.

El peli negro estaba dividido, podía rastrear al asesino y evitar que sucedieran tragedias similares, o podía tratar de salvar a la joven, la cual tal vez no sobreviviría.
Decidiendo rápidamente el chico tomó con cuidado a la niña y corrió procurando no lastimarla, es lo menos que podía hacer, al fin y al cabo fue su culpa por llegar tarde.

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- Mamá... - abriendo sus ojos, rojos e hinchados, el de cabellos burdeos vio a su alrededor, estaba en su casa pero no había sangre en ningún lugar, su mirada se dirigió a una pequeña vela que estaba a su lado. Se levanto y trató de encontrar el aroma de su familia, con la esperanza de que todo haya sido un mal sueño, que su madre viniera a reconfortarlo y que sus hermanos lo molesten por dormilón, lastimosamente no fue así, no obtuvo nada, absolutamente nada.

"No..." sentía sus ojos se humedecian, cayó de rodillas al suelo con la mirada gacha "No es verdad".

- Niño - una voz, con tono melancólico pero que denotaba gentileza resonó en la habitación.

El muchacho levantó su mirada en la dirección de la que provenía aquella voz, topándose con un hombre de entre veinte y treinta años que tenía su mismo color de ojos y cabello, aunque este último era bastante largo en comparación del suyo, fácilmente podía llegar a su espalda media de no estar atado, un detalle curioso era la marca en su frente, una especie de flama color rojo.

- ¿Quien es usted? - pregunto el menor de forma cautelosa mientras secaba sus lágrimas, a pesar de no percibir malas intenciones no quería bajar la guardia.

Lazos - Kimetsu No YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora