35. Una come libros en la feria

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35.

Día 26

Diciembre 26.

Un beso en mi nariz en repetidas ocasiones me hizo moverme incómoda en la cama de mi padre, hoy él tenía que trabajar por lo que desapareció luego de desayunar está mañana, sin darme explicaciones, aunque yo tampoco quería hablar sobre lo de ayer. En su lugar había dejado del pelinegro que hace rato besaba mi nariz solo para molestarme, yo ya lo había golpeado tantas veces por hacer eso que simplemente me cansé.

—Come libros, ¡Despierta! Necesitamos ir a un lugar.

—¡Ve solo, ya estás grandecito! Afuera hace frío—. Me excusé y cubrí mi rostro con una almohada.

—¡¿Qué?! No, ni hace tanto ¡Vamos!—. Él estaba recostado a mi lado, por lo que al quitar la almohada su mirada y la mía se encontraron, dejando una electricidad en mi cuerpo.

—¡Tengo sueño pesado!—. Cerré los ojos y volví a tratar de dormir.

—¡Son las 3 de la tarde Enot Miller no puedes tener sueño!

—¿A caso dudas de mis habilidades para dormir?—. Tengo un don para eso.

—¡Sino despiertas ahora el próximo beso no será en la nariz!—. Abrí los ojos y lo miré de mala manera, cuando  me sonrió pícaramente.

—¡Bueno, bueno! Vamos a ese maldito lugar—. Me levanté de la cama y salí por la puerta llegando a la sala, y Jayce detrás de mí como un perrito. —Pero... ¡Yo conduzco!

—¡Espera!—. Me tomo del hombro obligando a verlo. —¡¿Tu sabes conducir?!—. Tenía los ojos muy abiertos, y la curiosidad en todo su rostro.

—Digamos que si—. Lo haría tener miedo de volver a subir a un auto.

(...)

—¡No que si sabías conducir!—. Jayce se había puesto hasta el cinturón de seguridad y se aferraba a el asiento de su auto.

Y pues yo fingí olvidar cual era el acelerador y cual el freno. Su mirada en aquellos momentos era igual que la mía, o la de Nora al subir a su auto por primera vez.

—Dije "digamos" pesado.

—¡Estás loca!—. Grito casi contra mi oído.

—¡Ahh, que miedoso eres!—. Reduje la velocidad dejando está vez que disfrutará de la vista de esa tarde tan fría en Ephemeral. El ambiente en esa ciudad era calmado, digno de admiración.

—¿Estás bien así?

—¡Casi me da un ataque al corazón!—. Reí divertida mientras él tomaba su camisa en el lado izquierdo.

—¿Y por qué no temes al conducir como loco?

—¡No lo sé! Pero mi bebé casi muere por tu culpa come libros—. Me señaló con si dedo acusador.

Los Días Hasta Enamorarte [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora